Caricias del mar.

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El amor se asemeja a zambullirse, uno se encuentra en el borde, pasos que danzan en la duda, uno se muerde el labio inferior, genera cierto miedo imaginar lo que sucede cuando el cuerpo se hunde en el agua, se sabe por experiencias de otros que la sensación de salir a flote es maravilloso y uno desea experimentarlo.
Estar en el borde, inhalar, uno, dos, tres, y saltar, se puede cerrar los ojos, gritar, reír y el agua acapara todo, entonces sí, el amor es como zambullirse.








DongHyuck mira sin mucho entusiasmo al mar que los recibe, no tiene buenos recuerdos, el mar son todos sus miedos, son todos los detalles que quiere olvidar, el mar con apenas tocarlo le hace sentir un niño pequeño, con miedo de perderse, ser olvidado, ser abandonado, DongHyuck suspira y cierra los ojos.

La arena se adhiere sin esfuerzo a su piel, el sol enrojece sus mejillas, el aroma a coco del protector solar lo acompaña, a una distancia considerable, DongHyuck camina, realiza el recorrido que hace cada vez que visitan el lugar, parada ritual de todos los veranos.

El mar se rompe contra las piedras, el mar se vuelve a unir, el mar es su propio compañero, DongHyuck cada vez que lo ve encuentra razones para no tocarlo, para no darle cariño, el mar puede todo solo y él se siente indefenso contra el.

Cuando la calma llega, cuando el murmullo de las olas es lo único que resalta, DongHyuck siente ganas de llorar, nada bueno surge de convivir con el mar, añora la idea de poder sentir paz, al cerrar los ojos imaginarse flotando entre las aguas, eso no sucede, el mar lo tragaría, se aferraría a él, lo forzaría a acompañarlo, DongHyuck tiembla.



Los escalofríos nacen y mueren en él, como todos los veranos.

La sensación de que el mar crece y sube hasta él nunca desaparece, como todos los veranos.

Escuchar una voz cantar su nombre lo abraza, como todos los veranos.

Decide que es momento de volver, tienen que seguir el viaje, es momento de despedirse.

Y el mar pareciera saberlo, las olas vuelven a romperse con furia, DongHyuck siente miedo, va a llegar a él, no puede moverse porque el mar hace eso, lo atrapa, lo congela, hace que todos sus miedos afloren, y las flores logran flotar, eso significa que todas las flores que se muevan con el mar serán expuestas.

Y el mar llega a él, hunde la arena, la arrastran, él es la arena.

Y el mar está helado, y siente cómo es arrastrado hacia el interior de la costa, la arena se aferra a su piel húmeda, al levantar la vista y sentir que puede respirar que al fin es libre, escapó de ser la presa del mar, todo vuelve a detenerse, es capaz de ver al mar ser reflejado en los ojos del muchacho que lo rescató.










El sol resplandece, Jeno con su cabello blanco le recuerda a la espuma que acaricia y reposa y viste a la orilla, son su tacto suave le recuerda a como el mar lo acarició, ocultando sus verdaderas intenciones, su suave sonrisa le recuerda a la sensación de estar seguro en la orilla hasta que llega el mar y hunde todo, su voz le recuerda a su nombre ser cantado.

Jeno lo mantiene distraído unos segundos más, la tierra sigue girando sobre sí, el sol ya no está en el mismo lugar, DongHyuck tiene que irse, Jeno no lo va a permitir.

Lo extrañó los dos últimos años en los que DongHyuck no apareció por la costa, no pudo cantarle, no pudo ver la tristeza reflejada en su mirada, Jeno necesitaba de DongHyuck, cada vez que lo ve se convence de salir a acompañarlo, poder hacerlo sonreír, saber más de él, quería acercarse lo suficiente para sentir su calor y ese característico aroma a coco que DongHyuck le ofrecía.

El sentimiento de soledad que DongHyuck le otorga al mar es cierto, él es parte del mar y está sólo, el mar es él, un mar frío que va y viene sin destino fijo, un mar que refleja sus tristezas, un mar que brilla cuando el sol lo alumbra, Dong Hyuck es su sol, el brilla cuando DongHyuck a pesar de sus miedos camina en paralelo a la costa.

Cuando siente la calidez en su cuerpo no puede dejarlo ir, DongHyuck puede acostumbrarse al mar, si tan sólo le diera la oportunidad, ninguno de los dos se volvería sentiría a sentir solo.

El mar vuelve a trepar por la arena.

-No tengas miedo, el mar está calmo para nosotros-.

El sol ya no calienta tanto.

-Me gustaría mostrarte lo bien que se siente estar envuelto por sus aguas, quiero que dejes de sentir miedo-.

Siente por primera vez la suave caricia de la brisa.

-Ves, ya no está tan frío, ingresemos a pasos lentos-.

La sonrisa de Jeno lo abraza, las olas lo abrazan.

-Estoy a tu lado DongHyuck, estoy a tu lado-.

Y la canción que lo persigue todos los años ahora es cantada por la voz de su acompañante.

El mar está tibio, hay corrientes frías que le hacen cosquillas en los pies, hay corrientes cálidas que lo asustan y luego está Jeno que sonríe de placer cuando le enseña a flotar, y él también se descubre sonriendo.

La sensación de que en cualquier momento el mar lo va a apresar sigue estando pero al escuchar las palabras de ánimos por parte de Jeno lo relajan, los rayos del sol colorean sus mejillas, el olor a coco desaparece, Jeno acaricia su cintura y piensa que podría olvidar todo y flotar con Jeno sin destino, a lo mejor no volvería a estar sólo, al menos eso piensa cuando se siente abrazado a Jeno que lo lleva a las profundidades, cuando las últimas burbujas de aire se le escapan y siente un beso fugaz en sus labios.

Caricias del mar. NoHyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora