Capitulo 3: Comienzo de la búsqueda

13 1 1
                                    

Seguimos en esta nave, a tan sólo después de dos horas de lo sucedido en ese bosque tan extraño y al parecer lo poco que hemos avanzado ha hecho que lleguemos a lo que según Ariel es Estados Unidos.

-Erren, ven aquí- Dijo Ariel con la voz en tono bajo.

Caminé hacia él y me senté en el asiento del copiloto aprovechando que Aquilo estaba dormido en la parte de atrás de la nave, ya que según él está muerto de cansancio.

-¿Qué pasa?- Dijo frunciendo el ceño.

-Siéntate, quiero que me cuentes cuál es tu plan para llevar prosperidad al pueblo, si es que se le puede dar algo a esa bola de viejos inútiles.- Dijo él haciendo alusión al pueblo.

-¿Prosperidad? Yo no estoy aquí para eso, no planeo darles nada a los del pueblo. Creo que tú más que cualquier otro sabes porqué estoy haciendo esto.- Respondí mirándolo.

-¿De qué hablas? No me digas que quieres luchar- Dijo con cara de confusión.

-¿Cómo que no sabes que vine a hacer? Quizá seas tú el que quiera darle algo de esperanza a tu pueblo, pero mi intención nunca fue esa, yo estoy aquí para luchar y es a eso a lo que me dedicaré hasta la muerte, Ariel.- Le respondí cuidando mis palabras.

-¿Tus amigos saben de esto?- Sé que ellos no aprecian la vida de los demás, pero estoy más que seguro que adoran la suya y nunca querrán pelear por alguien.- Dijo Ariel.

-Ellos están aquí porque quieren, no porque tienen un objetivo o no lo sé, no me importa. Yo estoy aquí porque quiero respuestas. Respondí con un tono de misterio en mis palabras.

-¿Qué dices, muchacho? ¿Respuestas a qué? Creo que salir del pueblo te ha hecho mal, supongo que ninguno de ustedes está preparado para el mundo exterior, después de todo ustedes nunca han visto más que las calles del hogar.- Dijo el recordandome que ya jamás vi tanto como lo que ahora he visto.

Cerré la puerta que conectaba la cabina con el resto de la nave y miré a Ariel. Respiré hondo y junte el valor para decirle lo que me pasaba a él, quizá la única persona en la que confiaría la vida entera.

-Ariel... desde hace días he tenido extrañas pesadillas sobre cosas abominables, me estoy volviendo paranoico, escucho voces en mi cabeza, esas voces me dicen que busque a personas que nunca he visto, me dicen que busque cosas que no sé dónde están y... y... y... este monstruo gigante que me dice que soy la esperanza de la tierra, que la oscuridad es la única cosa que nos puede salvar, no sé qué significa. Ayudame por favor- Dije exaltado a Ariel, quién tenía una cara de confusión por lo que decía.

-Creo que estás loco. Erren yo te vi cuando mataste a esa cosa y no sé cómo lo hiciste, pero note como gritabas, las marcas de tu piel, todos lo vimos, estábamos aterrados por lo que habías hecho y la risa que se escuchó después de los rayos que casi te matan harían pensar a cualquiera que lo que dices es cierto, sin embargo todo puede ser una coincidencia, las voces a las que te refieres son sólo producto de tu imaginación- Me preguntó él.

-No es coincidencia... Escúchame todo lo que te diré y hazlo con atención.- Dije yo advirtiendo mi relato.

-te escucho- me afirmó él.

-El día antes de que atacáramos a los Axix, yo tuve una pesadilla que me llevo a un lugar en alguna parte del universo y un ser gigante me dijo que soy la última esperanza de la humanidad, del universo y la vida en él, que soy un descendiente de la maldad y que debo buscar a los portadores y a los demás descendientes, pero no sé de qué habla y hoy...

Hoy en esa casa tan maligna vi cosas horribles, vi la creación y la destrucción, he visto todo aquello que la historia no conoce y que no debe saberse. Ariel, no estoy aquí para darle vida a el pueblo, estoy aquí para que la humanidad vuelva ser lo que era antes. Algo viene pronto y debo prevenirlo, porfavor tienes que creerme, no estoy loco.- Dije.

Ariel me miró, vio el paisaje que otorgaba el cielo y empezó a ver a los lados, unas lágrimas salieron de sus ojos. Lo que le dije seguramente lo afecto mucho, pero no entendía que era.

-Erren... yo también deseaba salvar la vida de este mundo, pero es imposible, yo lo intenté y por eso mi brazo y mi pierna ya no están, no puedes hacer esto o por lo menos no te acompañaremos a eso, no dejaré que otra persona de mi alrededor muera, no por mi culpa otra vez-  Me dijo agitado.

- Quizá no debería estar aquí- Dije aludiendo una contra a su plan.

-No te vas a bajar de aquí Erren Zis, no te dejaré hacerlo. Eres un hombre libre ahora, pero no hay forma de que bajes de este lugar y no encuentres la muerte- Me respondió Ariel.

-Entonces luchen conmigo, quizá logremos hacer algo por este mundo, no importa lo que sea que hagamos a nadie le importa, simplemente hay que demostrar que aún hay esperanza para este mundo.- Dije levantando la voz.

Un silencio se adueñó de la situación y vi como Ariel miraba a todos lados buscando una respuesta, quizá hacerlo recordar todo eso podría haberlo hecho sentir algo más que tristeza, grata fue mi sorpresa al escuchar su respuesta.

-Yo lucharía, pero no tengo las fuerzas ni la energía para hacerlo, pero si te interesa tanto morir por tu raza entonces... Como buen soldado que fui, te apoyaré y moriremos juntos luchando contra ellos.- Me afirmó Ariel.

-Entonces hay que decírselo a los demás, no importa si perecemos aquí mismo o peleando contra un ejercicio Azar, esta vida perdió su sentido hace mucho, sin embargo no lo haremos sólo nosotros cuatro.- Le dije a Ariel

-¿A qué te refieres con que no lo haremos solos?

He tenido visiones y todas se relacionan con personas que no conozco, gente que él me pide que busque para que termine esta masacre. Son personas muy extrañas, uno de ellos es alto y delgado con un traje negro, luego está el de cabello negro con su chaqueta blanca, pero hay uno en especial que cuando lo vi mi cuerpo sintió un escalofrío, su forma humanoide me llenaba de miedo con solo verlo, tenia éstas manos largas y afiladas, parecían un rastrillo...

Aunque sinceramente no sé donde están ellos y si de verdad van a ayudarnos, pero él dice que son como yo.

-¿Quién es el?- me interrumpió Ariel.

Ehmm... La voz en mi cabeza. - le respondí.

-No, me refiero a la cosa rara que dijiste que te causó miedo,  ¿qué es? - Ariel.

No lo sé con certeza, pero puedo describirlo. *

Hablas del humanoide? Pues era un ser extraño con dedos en forma de rastrillo. Cuando lo vi, el me hablaba sin mover los labios, era un idioma raro que podía entender, pues sonaba igual que la voz de ese ser gigante. 

-Cual era el color de su piel? preguntó él.

Pues era como un blanco palido y estaba muy delgado.

Ariel me miro extraño y luego volteo su rostro en dirección a la cabina*

-El rastrillo... cuando lo describiste, supe quien era. Se hablaba de su existencia desde el final de la segunda guerra mundial. Se dice que la radiación lo creo, pues apareció por primera vez en una ciudad cercana a Hiroshima, pero los japoneses estaban equivocados. Ese ser no era de este mundo. Su aura, la energía que emanaba era sobrenatural. Ese monstruo nos ayudó aquel día que perdí mi pierna. Él mató a muchos Axis que venían por nosotros. Desgarró sus huesos como si fueran papel, incluso temí el estar vivo mientras esa cosa estuviera cerca, pero me salvó, de alguna manera lo hizo...

Cuando sucedió eso? Dije automaticamente.

-Hace 32 años.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 12, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A de ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora