Capítulo 3

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–Marin, ¿puedes encargarte de la tienda cielo? –se para frente a él, asegurándose que le prestara atención ya que se encontraba en el sofá dibujando.

–Claro, mamá. ¿Van a salir? –contesta, colocándose los audífonos en los hombros y dejando su cuaderno de lado.

–Tenemos que entregar un pastel de bodas. No tardaremos mucho –informa su papá a la vez que se equipaba con unas llaves que tomó de la mesa.

–De acuerdo –finaliza el muchacho con una sonrisa.

–Por cierto –interrumpe de nuevo su madre antes de dirigirse a la puerta –. Vendrán a recoger unos cupcakes, son los que están en una caja rosa sobre el mostrador.

–Yo me encargo.

–Marin, hablamos en serio. Es muy importante que estés al pendiente de la tienda para cuando el cliente llegue.

–Lo sé, papá. Te prometo que lo estaré. Es más, ahora mismo me voy para allá.

Sus padres sonrieron complacidos y se marcharon.

–Muy bien, ahora tengo que cumplir lo que dije. Este diseño tendrá que esperar.

Entonces Tikki sale tras el sofá.

–Lleva tu cuaderno, puedes esperar y dibujar a la vez. Verás que el tiempo pasa rápido, Marin.

–¿Qué haría yo sin ti? –ríe mientras se rasca la nuca avergonzado–. Es que a veces no entiendo por qué me complico con todo.

–Vamos, yo te acompaño –y sin esperarlo, el kwami desapareció.

Marin niega con la cabeza y baja los escalones con su cuaderno bajo el brazo, tomándose su tiempo hasta llegar a la tienda que estaba convenientemente en el piso de abajo del mismo departamento.

–¿Tikki? –la busca una vez ha llegado, pero no la ve.

–¡Wow! ¡Son muchos cupcakes! –dice desde arriba del mostrador.

–¿Quieres uno? –pregunta amable viendo cómo la pequeña kwami miraba con asombro el interior de aquella caja rosa.

–Pero son para el cliente –contesta, mirando entristecida a Marin.

–Sí, pero estamos en una panadería. Puedo tomar unos cuantos de la reserva, ven hay muchos. Mis padres me han dicho que puedo comerlos –camina hasta la cocina y le muestra a su amiga la bandeja —. Toma los que quieras –pero la ve indecisa –. Está bien, hazlo.

Se ilumina una gran sonrisa y se hace de dos de ellos, lo que sus pequeñas manos podían acaparar. Y comienza a comer.

–¡Gracias, Marin!

Él también toma unos, y sonríe mientras comparten miradas de gusto. Sin duda era una de las mejores amistades de las que ambos gozaban. Se querían muchísimo y se divertían constantemente.

Pronto, la tarde pasó y tras haber llegado el cliente esperado, continuaron en la cocina jugando. Hornearon y se ensuciaron de harina.

–Shh... ha llegado alguien –intercambiaron risas cómplices y Tikki guardó silencio mientras Marin se sacudía un poco la ropa para salir a atender –. Buenas tardes, bienvenido a la panadería Dup... –cuando levanta la vista. Sus palabras se atoran en su garganta. Tenía frente a él a una radiante Adrienne Agreste, con un gorro y una bufanda que recién estaba quitándose tras cubrirle la mitad de la cara.

–Hola, Marin –saluda.

–Ho-hola, Adrienne, bienvenida. ¿Qué se te ofrece? –aclara la garganta disimuladamente.

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2019 ⏰

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