Capitulo 7 - Knockin' On Heaven's Door

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No dejes que se vaya de nuevo.

Las palabras de Felipe resonaron en su cabeza cuando cerró la puerta detrás de él. Levantó la mirada, sus ojos aterrizando sobre ella. Allí estaba, tan bella como siempre, apoyada contra la pared, esperándolo.

- Ahora ya sé lo que le voy a regalar por su cumpleaños. - Cami rió disimuladamente.

- ¿Conoces a David Beckham? - cruzó sus brazos sobre su pecho, sonriendo.

- Conozco a un fabricante de figuritas increíble.

- Mmm ... - Benjamín fingió estar sumido en sus pensamientos. - Suficientemente cerca.

- Bueno, es hora de ir a dormir. Estas bolsas no van a ir a ninguna parte si sigo quedándome despierta toda la noche. - ella bromeó, señalando las ojeras debajo de sus ojos.

Benja frunció el ceño, dudando por un segundo antes de utilizar sus dedos índice para cubrir las pequeñas imperfecciones sobre sus pómulos.

- ¿Qué bolsas? - él sonrió.

Ella arrugó su nariz, colocando sus manos sobre las de él.

- ¿Alguien le ha dicho alguna vez que es increíblemente encantador, Sr. Rojas?

- Sí, vos... Unas diez veces este fin de semana. - Benjamín sonrió, ganándose una juguetona bofetada en el brazo. - ¡Aya!

- Descansa un poco, Nano. Te veré en la mañana. - ella sonrió, alejándose de él.

Él hizo lo mismo, casi doblando la esquina cuando escuchó su voz desde el otro lado del pasillo.

- Hey, Benja ...

- ¿Sí?

- Debes estar realmente cansado porque has estado corriendo por mi mente todo el día. - Camila movió sus cejas, esperando su reacción.

- La mía fue mucho mejor. - Benjamín se encogió de hombros.

- ¡No, no lo fue! - ella se burló, siguiendo la ruta a su habitación.

- ¡Sí, lo fue! - gritó a medias, yendo por su propio camino.

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De vuelta en su suite, no podía esperar para tomar una ducha de agua caliente, desvistiéndose rápidamente y dejando que el agua relajase sus músculos cansados ​​y su mente acelerada.

Se acabó. Esta fue la última noche de la convención y por la mañana ambos se iban a separar por un tiempo. Él tenía trabajo que hacer en Uruguay y Camila tenía sus propios proyectos para cuidar en Bahía Blanca.

Benja no hubiera pensado que sentiría lástima de irse de Buenos Aires cuando llegó al hotel dos noches antes. No tenía idea de que Camila aún lo tenía tan apretado. Cuando era un adolescente, cualquier cosa que ella hiciera lo hacía debilitarse las rodillas en un segundo, pero eso fue hace mucho tiempo, un amor de la infancia. ¿Por qué de repente sentía que su corazón se saltaba un latido cada vez que la veía?

Deben ser los recuerdos, trató de convencerse a sí mismo.

El hombre de pelo rubio se puso sus boxers y los pantalones cortos en los que había dormido la noche anterior, sin molestarse en sacar la camiseta de su maleta.

Finalmente, después de un largo día de descanso, Benjamín no pudo evitar darse cuenta de lo ligero que se sentía. La pesadez en su pecho ya no estaba allí. La idea de estar en el mismo lugar que su ex ya no parecía tan mala. Era libre, y estaba seguro de que estaba dispuesto a dejar que el amor llegara a él. Amor.El amor como nunca antes lo había sentido, el tipo de sentimiento por el cual cantaba.

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