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Las piernas le temblaban, era algo bastante obvio incluso si trataba de disimular; no mintió cuando dijo que los animales no eran su fuerte.

Dongwoo perdió de vista a su perro por dos segundos y este ya estaba echado encima de su pareja que se había quedado sentado en el filo del sofá listo para correr en cuanto el can decidiera "atacar", cosa que obviamente no pudo hacer.

Sus carcajadas resonaron por todo el departamento y estaba seguro de que la anciana y querida Señora Choi del departamento de enfrente también lo había escuchado; Howon lo escuchó perfectamente bien, tanto como sintió al enorme perro que estaba olfateando a sus anchas como si tal cosa. Aunque "enorme" era algo exagerado para el pequeño Schnauzer negro que estaba sobre su regazo.

Sin embargo él nunca se había sentido en armonía con ningún miembro del reino animal, había tenido un pez a los cinco años pero esa era otra historia. Justo ahora se sentía tenso y la risa de su novio no era para nada de ayuda.

Pero así lo había aceptado Dongwoo, con su nula habilidad para interactuar con animales, porqué pese a su amor ideal, ese con el que soñó que adoptarían a cada perrito callejero que se les cruzará había encontrado otro amor, uno normal.

Un chico, que parecía, ordinario de la oficina, con el que descubrió que el amor no se trata de lo que uno quiere tener sino de lo que ambos pueden construir.

Tal vez no tendría su refugio para animales casero, ni un montón de cachorros para presumir en un futuro a corto plazo; pero tiene en el presente inmediato alguien que enfrenta su miedo, que lo intenta por él, que da un pequeño paso a lo desconocido para conocerlo mejor, a él.

Solo a él.

el amor es...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora