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Sostienes que tus vísceras ya no consiguen soportarlo, las deploras y te afliges porque insisten en lastimar. Tu pequeña sonrisa duele por cierta razón, la genuina calidez que venero se desvanece por los suplicios.
Ésta condición es eventual, amor, el mundo es más tosco de lo que suponíamos. Llegará el alba en el que naufraguemos, pero ese día no acaecerá hoy, hoy perseveramos. Hoy derrocamos.
Vomítalo, arranca esa turbación de tus ojos. Desnúdate, despedaza ese albergue cristalino que te apresa, te esconde. Permíteme ceñirte antes que desaparezcas, déjame convertirme en tu flor. Nuestras vidas son largas, confía en mí en éste laberinto.
El sol me incordiaba y la sociedad me desvestía, no lograba evitarlo. Pero recogiendo mis pedazos bajo la luna te hallé y te bauticé 'incandescencia'. Te convertiste en mi sangre, sudor y lágrimas; lo tomaste todo. Tú fuiste mi fluoxetina; redimiéndome.
Huyamos. Brotemos hasta que nos duela, hasta que la torre de naipes en la que habitamos se asole. Sigue, persiste caminando, somos muy jóvenes para estancarnos, abre el portón, hay demasiado que juzgar aún, esto no es un bajo, no es tenue; es solo un paréntesis en tu vida. Quizá obedezca a una ventura concedida por el universo, simplemente tenía que serlo.