Capítulo 2: Los Kurosaki se enteran

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He regresado con este adorable fic, que la verdad me hace bastante feliz escribir :) si tan solo fuera canon...

Si les está gustando o tienen alguna duda o lo que sea, no duden comentarlo, me encanta leerlos y me motivan a seguir.

*

La mano de Ichigo subió desde el brazo de Rukia hasta su mejilla, donde retiró con el dorso de los dedos algunos de sus cabellos negros.

Ella vio la intensidad de la mirada del ahora su novio. Sus ojos color marrón parecían estar encendidos por el sol, enmarcados por la seriedad de sus cejas.

La cama crujió bajo ellos cuando el pelinaranja se posó sobre Rukia. Ella sintió la pared dura en su espalda, y el aliento tibio de Ichigo por sobre la base de su cuello y el hombro descubierto por su vestido sin mangas. Aquel aliento iba subiendo con lentitud, por el largo de su cuello, hasta llegar a su mentón, donde ella gimió y puso sus dedos sobre los labios de él para detenerlo.

 Aquel aliento iba subiendo con lentitud, por el largo de su cuello, hasta llegar a su mentón, donde ella gimió y puso sus dedos sobre los labios de él para detenerlo

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Él la miró como preguntando '¿Qué?', pero ella tenía la mirada baja y avergonzada. Ichigo siguió su mirada, al lado de ambos.

"Kon está aquí." Dijo Rukia en un murmullo mirando al pequeño muñeco profundamente dormido sobre la cama.

Ichigo se quitó la mano de su boca.

"Siempre está aquí." Dijo con urgencia. "Seremos silenciosos."

Y no dejo que la morena respondiera, y capturó sus labios. No importaba cuantas veces la besará, aquellos labios lo llenaban tanto como lo dejaban con el deseo de más. Nunca eran suficientes.

Aún tenía fresco el recuerdo de su primer beso, y aún se cuestionaba por qué no lo había hecho antes. La piel de Rukia siempre era tibia, casi fría. Tan blanca, que se parecía mucho a los primeros copos de nieve de invierno, puros y con un leve resplandor blanco que hacía parecer que brillaran en la oscuridad. Tenía un tacto suave, y todo en ella era tan pequeño y de apariencia frágil. Su estrecha frente, su diminuta nariz, sus pequeños pechos...

La ojiazul apoyó una mano en el pecho de Ichigo, para detener en parte la sensación de que sería aplastada por el cuerpo de él. Sentía calor, aunque esa noche estaba fresca y la ventana estaba semi abierta. El chico la envolvía de una manera que ella se sentía abrazada por el sol.

Él estrechó en la suya la pálida mano sobre su pecho. Se preguntó si Rukia sentiría sus latidos como él los sentía en esos momentos, dejándolo casi sordo.

Lamió el labio inferior de la shinigami, y rozo su nariz por su mejilla, resoplando aire caliente en esa casi fría piel. Rukia hacía esfuerzos por no gemir, e Ichigo enredó una de sus manos en sus negros cabellos.

Su pulgar descendió por la ahora caliente mejilla de ella, y le agrado el contraste de su piel dorada sobre la de la chica.

Volvió a juntar sus labios. Los posó sobre los de Rukia, y comenzó a besarla. Ella hacía pequeños ruiditos que provenían de su garganta e Ichigo bajó su mano por su cuello y apoyó sus dedos en el lugar que provenían. La ojivioleta abrió la boca, y entonces el pelinaranjo introdujo su lengua húmeda y caliente en la comisura, y luego totalmente. Rozo la lengua de ela, y saboreo la saliva, que sabía a fresas.

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