El sonido del metal chirriante y el constante zumbido de las luces fluorescentes llenaba el aire dentro del laboratorio. Las paredes blancas y frías parecían extenderse hasta el infinito, envolviendo en su abrazo clínico a todo lo que tocaban. Un lugar donde la vida no tenía valor, salvo por lo que pudiera ofrecer a los experimentos de aquellos que lo controlaban. Para Jungkook y Yoongi, ese lugar había sido su prisión desde que podían recordar. El miedo y el dolor eran las únicas emociones que conocían, y la esperanza... esa palabra parecía tan distante como la misma libertad.
Jungkook, apenas un niño en ese entonces, se acurrucaba en una pequeña esquina de su celda, con su cuerpo tembloroso. La humedad en el aire hacía que su respiración fuera pesada, y sus pequeñas orejas, que había aprendido a ocultar instintivamente, se movían ante cada sonido sospechoso. Al otro lado de la celda, Yoongi, aunque también joven, ya mostraba la resiliencia de un hermano mayor. Con los brazos cruzados y una mirada decidida, vigilaba la puerta de acero que los separaba del resto del mundo.
Ambos sabían que estaban en constante peligro. Las rutinas de los científicos eran implacables: pruebas de resistencia, análisis biológicos, y cosas que ni siquiera podían comprender del todo, pero que les dejaban marcas físicas y emocionales. Los dos hermanos habían aprendido a soportar, a resistir y, sobre todo, a callar.
Sin embargo, algo cambió esa noche. El científico que entró en su celda no tenía la misma frialdad en los ojos que los demás. Sus pasos eran rápidos, nerviosos, como si estuviera apurado, y su respiración era irregular. Cuando la puerta se abrió con un suave clic, Yoongi, siempre alerta, se colocó frente a Jungkook, protegiéndolo instintivamente.
"Vengan conmigo... Ahora." La voz del hombre era baja, casi un susurro, pero lo que más llamó la atención de Yoongi fue el tono de urgencia. Nunca antes les habían hablado así.
Yoongi se mantuvo inmóvil por un momento, evaluando si debía confiar en aquel hombre. Pero algo en sus ojos, un atisbo de humanidad, le hizo creer que no era como los otros. Quizá, solo quizá, esta era su única oportunidad de escapar.
"Vamos, Jungkook," dijo Yoongi, tirando suavemente del brazo de su hermano menor.
Jungkook, aún con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo con fuerza, se levantó lentamente. Estaba asustado, pero si Yoongi confiaba en aquel hombre, él también lo haría. El científico los llevó a través de los pasillos iluminados con luces parpadeantes. Todo en el laboratorio parecía estar en completo caos, como si algo grave hubiera ocurrido. Los gritos de otros científicos resonaban a lo lejos, pero ninguno de ellos prestaba atención a los tres que se movían en la oscuridad.
"¿Por qué nos ayudas?" preguntó Yoongi en un susurro, aunque su tono era firme.
El hombre, sin dejar de caminar apresuradamente, lanzó una mirada a Yoongi por encima del hombro. "Ustedes no pertenecen aquí. Nunca debieron haber estado en este lugar."
Yoongi frunció el ceño. Era la primera vez que alguien dentro de esas paredes reconocía que lo que les hacían estaba mal. Aunque no dijo más, el científico aceleró el paso, guiándolos a una pequeña puerta lateral en la que se podía ver un estacionamiento al otro lado.
Cuando la puerta se abrió, una ráfaga de aire fresco les golpeó el rostro. Era la primera vez en años que sentían algo diferente al frío estéril del laboratorio. Jungkook soltó un pequeño jadeo, mirando el cielo oscuro por encima de ellos. Para él, el aire libre era como un sueño lejano, uno que nunca pensó que volvería a experimentar.
"Suban," dijo el científico, señalando una vieja camioneta que estaba aparcada cerca. Los dos hermanos dudaron por un instante, pero Yoongi fue el primero en moverse, ayudando a Jungkook a subir a la parte trasera. Una vez dentro, se agacharon lo más que pudieron, escondiéndose entre las cajas y lonas que había en la camioneta.
El motor arrancó con un ronroneo profundo y vibrante, y el vehículo se puso en marcha. La sensación de movimiento, de ser llevados lejos de ese lugar, llenaba sus corazones de una mezcla de miedo y alivio. Durante unos largos minutos, nadie dijo una palabra. El científico miraba constantemente por los espejos retrovisores, como si esperara que en cualquier momento alguien los siguiera. Pero el camino permanecía vacío, iluminado solo por las luces de la carretera.
"Estamos lejos del laboratorio," dijo el hombre finalmente, su voz baja pero más relajada que antes. "No sé cuánto tiempo tendrán antes de que los busquen, pero hice lo que pude."
"¿Qué... qué pasará ahora?" preguntó Jungkook, su voz temblorosa pero llena de curiosidad infantil. Estaba asustado, pero al menos ahora tenía a su hermano y ese hombre, quienquiera que fuera, parecía genuino.
El científico mantuvo sus ojos en la carretera mientras hablaba. "No puedo decirles que estarán seguros. Pero hay un lugar... una ciudad donde los humanos no preguntan muchas cosas. Pueden esconderse allí, empezar de nuevo. Es lo mejor que puedo ofrecerles."
Yoongi apretó la mano de Jungkook, dándole una pequeña señal de tranquilidad. Pero en su interior, estaba más alerta que nunca. Sabía que, aunque estuvieran lejos del laboratorio, los peligros no habían desaparecido.
Pasaron horas en la carretera, el sonido monótono del motor y el golpeteo de las llantas en el asfalto eran la única compañía que tenían. Finalmente, la camioneta se detuvo frente a un pequeño motel en las afueras de una ciudad. El científico apagó el motor y se giró para mirarlos por primera vez desde que subieron.
"Quédense aquí esta noche," les dijo. "Mañana, encontrarán transporte hacia el centro de la ciudad. Desde allí... estarán por su cuenta."
Yoongi asintió, entendiendo que no podían pedir más. El hombre había arriesgado mucho por ellos. Les entregó una pequeña cantidad de dinero antes de bajar de la camioneta. "Tengan cuidado," fue lo último que dijo antes de desaparecer en la oscuridad.
Yoongi y Jungkook permanecieron en silencio durante varios minutos, todavía procesando lo que había ocurrido. El mundo exterior les resultaba vasto y aterrador. Pero ahora, más que nunca, sabían que estaban juntos, y que mientras se tuvieran el uno al otro, podrían sobrevivir.
"¿Crees que estaremos bien, hyung?" preguntó Jungkook en voz baja, acurrucándose junto a su hermano.
Yoongi lo miró y, aunque su corazón estaba lleno de incertidumbre, sonrió débilmente. "Sí, Jungkook. Estaremos bien. Lo prometo."
Mientras la oscuridad los envolvía, los dos hermanos cerraron los ojos, sabiendo que habían dejado atrás una pesadilla, pero también conscientes de que un futuro incierto los esperaba al amanecer.
_mochi cambio y fuera_
ESTÁS LEYENDO
Mi pequeño Híbrido (VK)
ФанфикEn un mundo donde los híbridos deben ocultar su verdadera naturaleza, Yoongi y Jungkook, hermanos gato, luchan por mantener su secreto a salvo. Al mismo tiempo, los hermanos Jung -Taehyung, Jin y Hoseok- cargan con su propio pasado misterioso. Entre...