5

93.4K 4.1K 293
                                    

En ese momento yo abrí los ojos, ella era la original novia, la mujer con la que mi jefe se casaría, pero, ¿Porque pide matrimonio a mi si ya tenía prometida?

«Tal vez no se quiere casar con ella», si la respuesta era un poco lógica, pero ahí aclaraba que sus padres la escogieron como su prometida, aunque puede que el este buscando una escapatoria para librarse de ese matrimonio, pero ¿Porque no se busca a otra más guapa?

—Dejame decirte que el que se casará soy YO, no mi padre, además yo pienso casarme con la mujer que quiero, no contigo, ¿Entendiste?

En ese momento note que su cara se ponía mucho más roja, dirigió su mirada a mi y me miró de arriba para abajo para luego soltar con comentarios mordaz.

—Vales poco, no te confíes, luego te pondrá el cuerno... Conmigo

—Se puede retirar—Dijo Mario molesto.

La señorita Rincón lo volvió a mirar y salio de la oficina dando un enorme portazo, sacudiendo uno de los cuadros que estaba cerca, pero sin tumbar lo para nada.

—Entonces, ¿Te casas conmigo? —Pregunto acercándose hasta mi y arrodillándose para sacar un hermoso anillo de su pantalón.

Lo miré a él y luego al anillo, una y otra vez, sin evitar sentirme entre emocionada y alagada, pero también tenía miedo de que me pusiera el cuerno por ser un matrimonio de escapatoria, pero al menos tendría buen sueldo, aunque sea un mal marido, yo no siento nada por el.

—Si, acepto—Respondí.

El sonrió victorioso mientras colocaba el hermoso anillo en mi dedo, antes de que pudiera decir algo o protestar el pego sus labios contra los míos con fuerza, estaba vez no me negué en lo absoluto, le acepte el beso en el primer momento dejando que el calor se empezará a apoderar de mi.

—Ahora a retomar lo de hace un momento—Comento con voz ronca luego de separarse de mis labios, para luego dirigirlo a mi cuello y pasar la lengua suavemente.

—Pero... Ya acepte—Respondi agitada.

—Eso no tiene nada que ver, igual tengo ganas de hacerlo contigo—Comento mientras lamia mi cuello.

—Quiero límites... Condiciones en ese puto matrimonio...—Respondí y luego un gemido salió de mi con suavidad.

—Esta bien, luego de este pequeño encuentro... Mañana negociaremos esas condiciones, pero te quería dejar una clara, en este matrimonio existirá el sexo entre los cónyuges.

No respondí porque mi cuerpo vibro al sentir una leve mordida en mi cuello, provocándome cosas contrariadas.

«Estas loca por dejar que te toque aquí» pensé pero no le di importancia.

Sus manos bajaron por mí cuerpo hasta llegar a mis muslos, su beso era cada vez más fuerte y más exigente — No podía creer que le fuera a permitir tener sexo conmigo en este sofá, me imaginé todo menos esto —, Sentí como sus manos llegaron a mi camisa y comenzaron a soltarlas, mis manos estaban un poco inertes hasta que decidí mover una de ellas hasta donde creía que estaba su erección, y no falle, mi mano llegó hasta su gran bulto para luego comenzar a sobarlo por encima de la tela.

Un gruñido se ahogó en su garganta haciendo que se separara de mi, abrí los lentamente sin dejar de acariciar su paquete. —Esta no soy yo—, eso debía tenerlo por seguro, yo no era así. Pero no quería quedar como una estúpida, aunque también me aparecía tocarlo bastante.

—Si quiere lo saco para que lo toques bien—Manifesto y yo me ruborize.

Rápidamente quite mi mano de su bulto y la puse en mis piernas. Tal vez había sido una imprudencia de mi parte hacer eso, ahora puede que piense que lo que dijo la señorita Rincón era verdad. Pero si aquí el único que debería quedar mal sería el, no yo, porque él es el culpable de todo, aunque yo se lo permití, en sí momento.

—No —Susurre apenada.

—Esta bien, Igual en algún momento lo tendrás que tocar sin nada arriba—Comento sin pudor alguno.

Antes de que pudiera comentar algo, sus labios se volvieron a posesionar contra los mios con la misma fuerza que antes, sus manos empezaron a pasar por debajo de mi camisa hasta llegar a mis pechos y presionarlos suavemente.

Empecé a forcejear para separarlo, pero el era más fuerte, así que le mordí el labio con fuerza haciendo que se quejara y se separara rápidamente de mi.

—¿Que te pasa?—Pregunto limpiándose la gota de sangre.

—No voy a permitir que intentes tocarme en la oficina, no soy una cualquiera, a mi me respetas—Sentencie.

El me miró de arriba para abajo, antes de levantar una ceja burlón, para luego soltar una carcajada.

—Te vas a casar conmigo, no veo dónde está la falta de respeto aqui

Torcí la boca con sus palabras, ya que parecía que me había sentenciado a tener sexo con el cuántas veces quiera.

—Quiero que uses condón cuando te acuestes conmigo—Articule.

No pensaba tener hijos de una persona como el, puede ser mucho mi  jefe y mi esposo cuando me case con el. Pero si quiero pedir el divorcio mas adelante, tengo que  saber que un hijo no me lo haría fácil.

—No lo usare—Mascullo.

Fruncí el ceño un poco e intente separarlo de mí, pero el me agarro las manos con fuerza y me miro serio.

—Esto será temporal, yo no quiero estar atada a ti de por vida—Comente frustrada.

—¿Y?, Porque tu creas que será temporal, yo estoy en todo mi derecho de no usar condón, es mi cuerpo, si quieres puedes tomar la píldora, usar el parche, pero lo que es de mi, no usare un condón—Respondió.

Era buena idea, podría tomar la pastilla y así evitar tener un hijo de él o colocarme el parche, al menos yo me cuidare al ver que el no piensa hacerlo. Él soltó mis manos por fin, ya me había resignado a poner resistencia, no me quedaba de otra que tener relaciones con él en la oficina.

Sus labios volvieron a atrapar los míos con fuerza, mis manos fueron a su nuca para pegarlo un poco mas a mí, rápidamente nos empezamos a quedar sin aire, cuando mis pulmones no podían mas, le jale le pelo para separarlo de mí. Nuestras respiraciones estaban aceleradas y su miraba inspiraba lujuria, se separo un poco de mi y se retiro la camisa y el pantalón, quedando solo en bóxer. Me mordí el labio descaradamente, el se volvió acercar a mi y aprisiono mis labios, sus manos viajaron por mi cuerpo y empezaron a quitar las prendas que tenia puestas, cuando le toco soltar mi pantalón, empezó a dejar besos hasta llevar a mis botones, los soltó y mientras bajaba dejo besos húmedos por mi piel provocándome pequeños calambres.

Ya había quedado en ropa interior, mis pantalones acaban de abandonar mi cuerpo, el volvió a subir pero se detuvo en mi monte de venus, agarro con la yema de sus dedos el borde de mis bragas—Para nada sexys—. Y las bajo dejándome solo en sujetador.

Una Noche Con MI JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora