No salgas temprano del trabajo「 ChanSoo 」

No salgas temprano del trabajo

Advertencia: La historia tiene Non-con/Dub-con. Si eres sensible ante este tipo de tramas, recomiendo no leer.

KyungSoo estaba contento, esta vez había terminado su papeleo bastante temprano a lo habitual, normalmente se iba a casa a las doce de la noche, pero ahora eran las ocho. Quizás su jefe le había dado menos trabajo aquel día, o quizás ya se había acostumbrado al ritmo del mismo. A saber. Al menos iba a llegar a casa a comer, en vez de hacerlo allí en el trabajo. Esperó paciente a por el tren que le llevaba a casa, normalmente tomaba un taxi por las noches, pero como era temprano no le era necesario, así que cuando dicho tren llegó se subió con una enorme sonrisa en su rostro, sin importarle mucho el ser empujado por la demás gente.

Mientras KyungSoo se distraía en el lleno metro pensando en trivialidades, una escurridiza mano comenzó a palpar su muslo. Sus ojos se abrieron tanto que casi se salieron de sus cuencas e intentó zafarse de aquel toque tan personal, pero lo único que logró fue el desconocido le diera un apretón a su sensible muslo. El chico mordió su labio, mientras que la traviesa mano subía hasta su miembro cubierto por dos capas de tela.

–Ah...!

Medio gritó de sorpresa, escuchando detrás de él un "Sshh...".
La gente a su alrededor parecía no darse cuenta de que un pervertido lo estaba toqueteando de tal forma, moviendo su mano para estimular su miembro, y lo peor era que... estaba funcionando.

Los ojos de KyungSoo se cerraron con vergüenza, su entrepierna se estaba endureciendo por aquel toque y de hecho comenzaba a sentirse excitado. No sabía si era porque hace meses estaba en abstinencia sexual, o solo porque aquel desconocido era demasiado bueno en eso... quizás fuese por las dos cosas.

Pegó un salto, y otro pequeño gritito, a la par que sentía como alguien se apegaba a él, o más precisamente, cómo algo duro se presionaba contra su trasero.

–Estate callado, y disfruta... –Susurró una profunda y sensual voz en su oído, haciéndole erizar la piel.

Su rostro debía de estar rojo, se preguntaba por qué nadie notaba como era casi violado allí mismo, habían demasiados pasajeros, ¿Por qué nadie lo socorría? ¿Por qué no gritaba? ¿Por qué no pedía ayuda? ¿Por qué se sentía cada vez más caliente? ¿Por qué no se bajó en la estación anterior?

El miembro del ajeno se frotaba insistente en el trasero del sonrojado chico que ahogaba un par de jadeos y gemidos. ¿Estas cosas pasaban tan temprano? Si era así no debió de haber salido a esas horas, mucho menos tomar el metro, sin embargo, no podía negarse a sí mismo que se sentía demasiado bien aquella experta mano en su ahora erección, y ni hablar de aquel grande y duro...

El tren se detuvo en una estación conocida para el joven, pues su lógica se rehusaba a continuar con aquel acto, aunque una parte de él le dijese a gritos "¡No te vayas!". Con apuro y una rapidez impresionante sale del tren y trota unos pasos más allá, sintiendo sus piernas temblorosas. Al menos ya no estaba aquel pervertido. Y nunca lo volvería a ver.

O eso pensó, hasta que dos fuertes manos lo agarraron por los hombros haciéndole voltear, y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba contra una pared. Su sorprendido rostro se reflejó en los profundos orbes de un chico más alto que él, orejas grandes, cabello rojo tinto, media sonrisa de superioridad, y mirada penetrante.

–Creo que debemos seguir con algo... -Susurró, con esa voz profunda que había oído en el tren. Le fue inevitable no estremecerse.

–Tú... Tú...

–Cállate.

El chico calló a KyungSoo, uniendo sus labios en un apasionado y fogoso beso, comenzando a recorrer con sus grandes manos todo aquel pequeño cuerpo.
El más bajo sin salir de su asombro vuelve a abrir demasiado los ojos, reaccionando, y colocando las manos en el pecho ajeno para tratar de alejarlo.