Shattered | Tomtord

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Otro dia más en el bar más caro de la ciudad, donde abundan las personas de clase económica alta, mujeres dispuestas a entregar su cuerpo para sastifacerte por una suma de dinero y el alcohol tan refinado que no olvidarás, eran unas de las maravillosas opciones cuando pasabas por allí.

Era bastante obvio que Thomas no se iba a perder tanta diversión, mucho menos si existía un rumor –Que en realidad era cierto– donde hablaban que se comercializaba el mejor Smirnoff de calidad.
Luego de una noche intensa, volvió en la madrugada a su departamento. Un tanto borracho.
Cuando tocó su cuerpo la suave cama, cayó ante el sueño.

|13:22|

Unos golpes provenientes de la puerta principal retumbaron en el departamento del joven británico.
Era su amigo Edward, quien lo apodaba como Edd.
Tenia miedo que le solicitase la devolución de todo el dinero que se gastó en el bar la anterior noche, –Sin que este sepa de ese pequeño detalle– iba a ganarse muchos problemas si se llegaba a enterar de aquello.

–¡Tom! ¡Despierta ahora mismo!– Tocó otra vez la puerta con más fuerza, demostrando insistencia e impaciencia.

–Mierda, ¿Qué quiere ahora?– Bajó el tono de su voz, el ruido lo molestaba mucho.
Trató de hacer que le valía todo lo que pasaba y se acurrucó en su cama. Lo ignoró completamente.
No era nada nuevo despertar así por su culpa.

Edd no iba a dejar ser ignorado por el de cuencas. Así que levantó la pequeña alfombra posicionada bajo sus pies, encontrando una copia exacta de la llave del hogar.
Tom le dijo una vez que allí se encontraba por si desaparecía unos cuantos días. Seguramente pensaba que al andar borracho y solo por las noches, podría sucederle cualquier cosa.

Dejando eso de lado, su mejor amigo abrió la puerta. Entró en la habitación del alcohólico, siendo sigiloso para no tirar ninguna botella vacía o llena, y evitando reirse un poco por lo que estaba por hacer.
Al acercarse lo suficiente a la cama, el pobre "bello durmiente" terminó con un zapato en su cara, lanzado fuertemente por el de orbes verdes. Luego se tiró sobre el, como un saco de papas.
Antes lo despertaba así cuando vivían juntos.

–¡Joder Edd! ¡¿Qué mierda te pasa?!– Lo apartó, le ahogaba que esté encima suyo. Se tocó con cuidado el puente de la nariz para que se le pase un poco el dolor por el zapato.

–¡Debes aprender que de dia hay que abrir los ojos! O bueno... En tu caso, lo que sea que tengas...– Se cruzó de brazos. –Tambien la noche no es para andar de fiesta y emborracharse–

–¿Por qué me despiertas a estas malditas horas?– Murmuró y tiró su rostro sobre la suave almohada.

El castaño terminó sacándole el cómodo objeto y lo golpeó por la cabeza con él.

–Ven a mi departamento, te tengo una grata sorpresa, ¡Va a ser genial!– Una expresión cálida emanó de su rostro.

¿Sorpresa?, dijo en sus adentros él. Frotó sus cuencas, quitando un poco su cansancio y se levantó de la cama.

–Uhm... Tom–

–¿Qué sucede ahora?–

–No te olvides de tus pantalones, ninguno de nuestros vecinos quieren verte en boxers con estilo Ska– Salió del departamento de su amigo y fue al suyo, para esperarlo por el regalo.

–¡Trae curitas luego!– Dijo antes que se vaya. Su nariz no iba a sanar rápido.

Ni siquiera el día comenzó y ya terminó agotado.

Tenia razón, debía dormir más.

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