Única parte.

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Cuando me miraba en el espejo lo podía ver

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Cuando me miraba en el espejo lo podía ver.

Aquel diablo que residía en mi interior, ese horror infinito, la nube oscura que me envolvía cada noche y cada mañana; el beso dulce del mal sobre mis mejillas brillantes.

No tenía rostro, no tenía cuerpo; era yo mismo sumido ante su poder, siendo su más fiel siervo, un amor enfermo y tóxico el que yo dejaba ser consumido.

Se apoderaba de mí, se aprovechaba de mi cuerpo y alma. Se alimentaba de mi propio dolor, de mi tristeza y represión.

Qué tan hermoso era ese diablo, aquel que succionaba mi más mínima cordura, aquel que me dominaba y me hacía postrarme ante sus pies. Era yo mismo, ciñéndome a sus paredes letales y abrasadoras, intentando salir pero no queriendo a la vez.

Todo empezó aquel día, esa misma noche en que me dejé dominar por la lujuria, por la calentura y el cuerpo divino que se postraba ante mí.

Él había venido a mí cama, se había tumbado y se había quedado dormido. Tenía la piel canela, los cabellos ligeramente rubios y lisos cayendo por sus finas pestañas, llevando solamente una fina camisa blanca de mi armario. Tan malo, pero tan dulce.

La viva imagen de una inocencia, la tormenta de unos pensamientos dominantes, la mano tendida de aquel diablo acechando contra la mía mientras lo veía dormitar en mi habitación, inundando el ambiente con su suave aroma.

Me acerqué a la cama, permitiéndome abrirme paso entre las mantas blanquecinas. Lo escuché respirar lentamente, con suavidad, hermoso y resplandeciente.

Tan inocente, pero tan letal para mí.

Acaricié sus cabellos sedosos y me sorprendió lo bien que se sintieron mis dedos al hacerlo. Mi nariz fue un lobo feroz que buscó su cuello para alimentarse. La enterré con fuerza sobre su piel, inhalando aquel olor que tan loco me llevaba.

Su piel canela, brillante y suave. Una dulzura tan pura, algo tan bonito y esperanzador.

Abrió los ojos de su profundo sueño, mirándome desde arriba, encontrando su mirada con la mía.

—TaeHyung. —susurré en un gemido suave mientras su mano buscaba mi nuca.

El diablo ya empezaba a consumirme, ni tan sólo dejándome respirar. Atisbó contra mi alma y conciencia, proclamándome suyo por primera vez.

Lo besé, lo besé con fuerza, mientras escuchaba la risa del diablo rebotar por las paredes de mi cabeza, haciéndome saber que él había ganado y que ahora yo estaba sumido a aquella locura que era el amor dulce y apasionado.

Todo por culpa de TaeHyung, aquel chico inocente y bonito que tan loco me había llevado esos últimos meses.

Había conocido al mismísimo mal en cuanto lo vi por primera vez, ese sentimiento que te retuerce hasta el más mínimo nervio y te hace saber que vas a caer en sus poderosas manos una vez te enamores de su inocencia.

BOY MEETS EVIL » VHOPE OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora