1. - OTP

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Drarry/Harco
(qué sorpresa ¿no?)


—¿No tienes frío? —era como la quinta vez que Harry preguntaba lo mismo.

Desde que habían empezado a andar por las calles de la fría Hogsmeade tratando de llegar a tiempo a una cita junto con Ron y Hermione, el rubio no había parado de frotarse las manos. Se había olvidado los guantes en su dormitorio, por lo que, además de buscar calentarse las manos de alguna manera que no sea meterselas en el bolsillo que oh, no tenía, maldecía por lo bajo de vez en cuando.

— No, estoy bien —sonrió restándole importancia— además, que importa. Tendría que haber prestado atención y no traer la bufanda únicamente.

Potter bajó la vista y observó sus propias manos, las cuales se hallaban enfundadas en un par de guantes negros y gruesos que siempre llevaba consigo en aquellos días nevados de diciembre. Desvió la mirada hacia las manos blancas y delicadas de su compañero, que se encontraba caminando junto a él y pensó un momento. Parecían tan frágiles... Pero eran todo lo contrario. Sabía que Draco era capaz de lograr cualquier cosa que se propusiera solamente utilizando sus manos, lo había demostrado reparando él solo aquel armario desvencijado. Con el que dejó entrar a Mortífagos al colegio hacía ya dos años.

Luego de aquella guerra, en el transcurso del Octavo año, ambos habían empezado a salir el uno con el otro y resolver sus diferencias. Hasta que a fines de noviembre el azabache se dio cuenta de lo que en verdad sentía por el peliplateado.

No había sido una gran sorpresa para sus amigos. Todas esas burlas y molestias tensas y sin sentido ahora parecían tenerlo.
Hermione recalcó el intenso "acoso" que sufrió Draco por parte del ojiverde y llegó a la conclusión de que todo fue cuestión de tensión sexual” que en algún futuro seria resuelta, causando que Harry se enoje y Ron se ría a carcajadas.

Tras unos minutos de silencio, el Gryffindor vio una vez más cómo el pobre Draco frotaba sus dedos tratando de que la fricción le propinara algo de calidez. Sin pensarlo dos veces se sacó los guantes, tomó las manos del chico y se los puso sin decir una palabra. Por su parte, el Slytherin se sorprendió ante tan repentina acción del contrario. ¿Tanto se notaba que de veras tenía frío? Al parecer era pésimo mentiroso cuando se trataba de pequeños asuntos como estos.

— Oye —dijo la ojiplata mirándose las manos ahora cubiertas por un cálido par de guantes— Gracias... Pero, ¿qué hay de ti? Te congelaras tú también

— Prefiero que los tengas tú, te hacen más falta que a mí —contestó el azabache intentando sonar menos preocupado de lo que estaba.

El rubio hizo un puchero. Éste chico era demasiado bueno... Y él detestaba tanto parecer un niñito en problemas... Así que luego de caminar unos cuantos minutos más, le volvió a poner los guantes al ojiverde con un rápido movimiento.

— Draco... —el moreno fruncio el ceño en una mueca de confusión y preocupación— Te congelaras, pontelos de nuevo... deja de ser tan orgulloso.

El más pálido torció los labios. ¿Orgulloso?¡Estaba tratando de ser amable por una vez en su vida y ya estaban malinterpretando sus intenciones! Eso le dolió un poco, pero en cambio, solo sonrió. Se le acababa de ocurrir una idea.

— Bien, está bien —le sacó el guante derecho al pelinegro y se lo puso— A ver si terminamos con todo esto de una vez.

El león comprendió enseguida y, sin romper su permanente silencio desde que salieron de Hogwarts, tomó una de las blancas y heladas manos del rubio. Eran suaves, delicadas, como los pétalos de los lirios aquellos que crecían en los alrededores del castillo.

Así caminaron el trayecto que restaba. Cada uno con un guante y la mano libre que quedaba, entrelazada con la del contrario, la cual parecía emanar una calidez reconfortante y a la vez silenciosa.

El Reto de los 5 Drabbles | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora