La vista era hermosa.
Adoraba ver como el pequeño ser iba corriendo por todas partes, lado a lado, tratando de evitar que el agua tocara sus pequeños pies descalzos.
Simplemente hermoso.
El solo podía pensar en que fue lo que el hizo para poder tener a su pequeño junto a él, siendo su pareja. ¿Acaso fue el día en que ayudo a esa anciana a cargar sus bolsas de compras? ¿o fue el día en que ayudo a su hermana con su tarea? No lo sabía, pero estaba completamente a gusto con la llegada de ese pequeño ángel a su vida, ese chico que con tan solo tomar su mano o dedicarle una suave sonrisa podía liberar todo el estrés de su día a día.
No sabía cómo definirlo, el afecto que le tomo en tan poco tiempo sin duda lo sorprendió, no esperaba encariñarse con el en tan solo unos días. El recordaba perfectamente aquel día, el día en que se acercó a ese pequeño de mejillas regordetas, ojos pequeños y sonrisa cautivadora. Fue el primero que hablo, saludándolo y sentándose a su lado quedando cautivado por sus rasgos y gestos al hablar. Tomaron cierta confianza al hablar la mayor parte de esa tarde y procuraron seguir viéndose, no solo ese día sino todos los demás durante algunos meses.
Sin duda, Min cayó rendido ante los encantos de tan perfecto chico que capto su atención una calurosa tarde de marzo y cada día lo hacía más, cada que hablaba con él era divertido, podían hablar de tantas cosas en tan poco tiempo, reírse a mas no poder y ganar cariño uno por el otro.
Poco a poco se volvían inseparables, siempre iban juntos a todas partes y gozaban la simple compañía que se brindaban.
En ese tiempo pasaron tantas cosas juntas que al mayor le costaba razonar el por qué de su extraña necesidad de estar siempre con su pequeño JiMin y querer cuidarlo. Lo llamaba solo con la intensión de poder escuchar su voz y su risa que para sus oídos era demasiado hermosa.
Los halagos hacia su pequeño por parte de él crecían más y más que empezaba a hartar a sus amigos de tanta cursilería que Min soltaba de JiMin y de lo tan perfecto que era a sus ojos pero que, para él, era un acto simplemente involuntario.
Seguía hablando con su ChimChim, tratando de ignorar lo que surgía dentro de el al hacerlo, pero cada vez era más imposible. Aquel chiquillo se encontraba en su mente, aunque él no lo quisiera. Cuando hablo con uno de sus amigos, para poder aclarar sus pensamientos, solo empeoro. YoonGi pudo darse cuenta de que el cariño que le tenía a ese mocoso ya no era simplemente de amigos por ser la persona que siempre estaba con él, sino que sentía era amor. Sin duda le costó mucho darse cuenta de ello, y no lo quería aceptar. No quería aceptar el hecho de que se había enamorado de su mejor amigo en un lapso muy corto de tiempo.
Su sentimiento iba en aumento cada que lo veía o escuchaba hablar. Sin duda, Min, estaba loco por JiMin. Lo había pensado y tuvo una gran idea, según él, la perfecta para que JiMin se diera cuenta de lo que sentía por él. Pensó en decirle unas cuantas indirectas, pero eso no funcionaba tan bien pues el pequeño parecía no captarlas. Continuó con dedicarle canciones, tampoco funciono.
Decidió darse por vencido al no ver respuesta por parte de Park, pero a pesar de todo siguieron hablando. Aunque esos pensamientos seguían en su mente y crecían cada vez mas hasta el día en que se arriesgo y le dijo al chico todo lo que sentía por el.
Estaba con él, en su casa, pensando en que momento era el perfecto para decirlo de una buena vez.
-hyung, ¿le pasa algo?
- ¿Qué? No ¿Por qué?
-se le quemaron los fideos.
-ah, ¿minnie?
- ¿está seguro de que no quiere ir al doctor? Últimamente no se...
-me gustas, minnie, lo haces desde hace tiempo y emm... ¿quieres ser mi novio? -lo interrumpió cerrando los ojos ante la reacción del chico.
-ay -abrió los ojos en cuanto sintió que unos brazos se colgaban de el- ¡sí! Espero que no se una broma que lo mato, hyung.
Lo miro y pudo ver como se escondía en su cuello, abrazándolo. El también sonrío y paso sus manos por su grácil cintura apretándolo fuertemente.
Ese día tal vez se quedaron sin cenar gracias a YoonGi, pero quedaron satisfechos al ser correspondidos.
- ¡Yoonie! -volteo a verlo a penas su pareja le hablo con ese tono tan lindo característico de el.
- ¿Qué?
- ¿en que piensas? -se sentó en sus piernas con mucho cuidado sintiendo de inmediato las manos del mayor posarse en sus caderas y acariciar suavemente.
- en ti.
- ¡hyung! -sonrío al ver su sonrojo y como se escondía en su cuello.
- Te amo, Park JiMin.
Este es un regalo para ti y lo sabes.
Sabes que adoro hablar contigo, durazno, te amo.