1. Sunshine

34 4 0
                                    

—¡Corre Connor, corre! —le dijo a Connor viendo cómo Travis le perseguía. —¡Si no tendrás que darme tu cama!

—¡Esto no es justo! —exclamó él— ¡Os habéis confabulado en mi contra!

Al final Travis consiguió atrapar a su hermano y Adara consiguió su cama.

—¡Por fin podré dormir en una cama de verdad y no en el suelo! —celebró la rubia al viento. —Lo único que echaba de menos de casa de mi madre era mi cama.

—¿Y no echas de menos a tu madre? —le preguntó extrañado Travis, quien aún respiraba agitadamente por la carrera. Su camiseta naranja del campamento chorreaba sudor que seguramente podían oler todos los sátiros.

—La verdad es que nuestra relación nunca ha sido fácil —dijo ella sin mirar a ninguno de los hermanos. —Tampoco es como si la odiará o algo así, sigue siendo mi madre, pero no todos están hechos para ser buenos padres.

Caminaron entre risas y empujones (y algunas zancadillas traicioneras de las que Ares se habría sentido orgulloso).

—Debería irme, tengo clase de griego y no desearía ver a Annabeth enfadada por nada del mundo.

Ambos Stoll's se despidieron mientras que la chica ponía rumbo a su clase conteniendo un suspiro de aburrimiento.

En realidad las clases de griego de Annabeth no eran tan aburridas. Pero la pequeña Adara padecía un gran trastorno de hiperactividad y eso muchas veces le complicaba atender a las clases de la hija de Atenea.

Se sentó al final de la clase, al lado de un chico rubio que aparentaba su edad.

—Perdona, ¿eres Sunshine? —le preguntó el chico.

—Mi nombre es Adara, pero si, me llaman Sunshine.

Al principio tuvo que reconocer que odiaba el sobrenombre por el que la llamaban Travis y Connor, pero después de un tiempo acabó por cogerle cariño. Más o menos.

—¿Estás esperando a que Apolo te reconozca verdad? ¡No es que me haya fijado! Es...no sé, me parece...¿obvio? Ya sabes, tú pelo, tú ojos —el pobre chaval estaba tan nervioso que parecía apunto de irse por patas.

—Mucha gente dice que lo soy —le respondió Ada—. Y no es por llevarle la contraria a los demás o algo así pero no sé, yo tengo la sensación de que no es él. Aunque, ¿te imaginas que al final sí resulto ser hija de Apolo? Sería irónico.

—Si que lo sería, siento haberme inmiscuido —se rascó la nuca con nerviosismo. —No hablo con mucha gente la verdad.

Ella intentó darle una sonrisa que pareció tranquilizarlo, pero se le notaba a la legua que seguía muy nervioso.

—Mejor empecemos desde el principio. —dijo ella mientras alargaba la mano para estrechársela. —Hola, soy Adara hija de algún dios al que aún no le ha dado la gana reconocerme —dijo con una sonrisa.

—Malcolm Pace, hijo de Atenea —dijo cogiendo un poco más de confianza.

¿Os sabéis la frase "después de la tormenta viene la calma"? Pues los ojos de Adara decían todo lo contrario.

—Creo que seremos muy buenos amigos —volvió a sonreír.

Juntos hacían una pareja un poco singular, pensó Malcom. Ella parecía espontánea y abierta, y él eras más bien cerrado y tímido. De momento prefería ignorar el hecho de que su sonrisa parecía significar sólo una cosa: problemas.

—¿Y de verdad no tienes idea de quién puede ser tu padre? —preguntó él.

—Me hacen esa pregunta sin parar desde que llegué aquí. Pasé unos años viviendo en Inglaterra con mi hermana y mi madre, allí no se habla mucho de los dioses pero supongo que ninguno llamó mi atención lo suficiente, salvo quizás Atenea y Hestia.

little sunshine | n. di angeloWhere stories live. Discover now