Cap.1

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Dejo las llaves en el llavero de pared con forma de gato que Ángela ha colocado con tanto hincapié, en la entrada, justo detrás de la puerta, después que yo haya perdido tres juegos completos en lo que va de año, como si eso pudiese evitar que las vuelva a perder, y sin contemplar la posibilidad de que es más probable perderlas fuera de casa.

Por cuarta vez consecutiva vuelvo hacerlo hoy.
Seguro que todos los ladrones de la zona estarán agradecidos conmigo por ponérselo un poco más fácil y no tener que calentarse la cabeza en averiguar la manera de entrar sin hacer ruido.
Pero esta vez, he tenido la precaución de dejarle un juego a mi vecino, Antonio, un anciano muy amable y que nunca hace preguntas, nada más las que uno esté dispuesto a responder, y que siempre está en casa rodeado de sus gatos y de sus plantas.
Sin duda una buena alternativa que me ahorrará una bronca más con ella por mi despiste y mi mala cabeza, si tengo que volver a pedirle sus llaves para a hacer una nueva copia.

Para mi sorpresa, ella no está en casa.

Ando hasta la cocina y un plato de paella me da la bienvenida desde la mesa junto con una nota de papel firmada en el dorso con lápiz de labios.
Sonrió al imaginarla con prisas buscando un bolígrafo en su bolso, en el que es más probable encontrar de todo menos lo que estás buscando, histérica y sacando una barrita  de labios en su lugar y con la que firma inocente "un beso, te quiero."

Me quito la cazadora recia por el frío de este febrero loco y hago esperar a mis deseos de leer lo que dice la nota.
Me sirvo una copa de zumo, conecto el hilo musical y me siento en la mesa. Enciendo un cigarro aún sabiendo que a ella no le gusta que fume y mucho menos dentro de casa y leo la nota.

"Mi vida, al final no pude cambiar la guardia así que tendré que hacer el refuerzo hasta las cuatro. Te he dejado un poco de paella, seguro que llegas con hambre."
Y en el dorso del papel perfectamente doblado por la mitad, vuelvo a leer.
"Un beso, te quiero"

Ángela me conoce. Tanto como yo a ella y tal vez esa sea una de las pocas razones que me hacen quererla y desearla tanto aunque en el fondo sepa que lo nuestro no funcionará y que no nos llevará a ningún sitio.
Ese sentimiento es una variable constante en mi cabeza desde hace ya algún tiempo.

Ella me suprime como persona, es duro pensarlo, mucho más tener que decirlo en voz alta pero es lo que siento. Me acompleja y me derrota tantas veces que cada vez levantarse se hace mas costoso y muy doloroso.
Solo en casa y a solas, puedo ser yo misma y solo en casa ella no tiene la necesidad de corregirme o exigirme que no me comporte como una niña de seis años que se ilusiona con cualquier cosa.
Siempre tan correcta a cara del resto del mundo, guardando la compostura como las personas adultas y responsables que debemos ser pero ella no entiende en el fondo que a mis treinta y tres años aún haga ciertas tonterías y bromas porque realmente soy así.

Tampoco comprende que me acompleje a su lado, cinco años más joven que yo y cinco años en los que ella me supera en experiencia y en madurez y cinco años que ella no ha sabido aprovechar.
Ella no siente el deseo de salir de casa y bailar en un pub hasta las tantas de la madrugada o de charlar un rato con los amigos después de la cena fumando unos petardos de marihuana. Y en ese aspecto, me ha vencido y yo ya me he rendido. Porque ya tampoco siento esa necesidad de salir y pasarlo bien con ella como tiempo atrás y con nadie más.

Hemos madurado demasiado rápido y tal vez tenga más razones para terminar con esta relación que razones para no destruirla por completo.
Pero sé, en el fondo que ella me quiere a su manera y a su manera sabe quererme y sabe como conseguir que yo no deje de quererla.

Pero en días como hoy me doy cuenta del engaño y de la pérdida de tiempo, del malgaste de ilusiones y de esperanzas.
Un plato de paella esperándome sobre la mesa y quizás, había deseado, a lo  mejor de manera egoísta, llegar y encontrarla tumbada en la cama desnuda e impaciente, inundada en placer y en lujuria y obsesionada por tener sexo, de la misma manera que yo la hubiese esperado, siempre.
O peor aún, lo que realmente siempre he deseado encontrarme y que nunca he encontrado, una simple velada romántica como en las películas de cine.
Y me resulta gracioso que pueda sentirme culpable por llegar a ser tan egoísta con ella o por excusarla de esa actitud, de su superioridad, de su mala vista y de su propio egoísmo.
Siento que me resiento una vez más y que no deseo perdonarla como tampoco deseo ser solo su objeto o su entretenimiento.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2018 ⏰

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Desnudando un te quiero [[Pausada]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora