|[ Angels Swoop Down ]|

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Ahora estoy a salvo, lejos del millón de hombres que me criaron.

[...]

Observó al hombre frente a su madre mientras le entregaba el dinero acordado por el servicio, su servicio. Era joven y alto, podría calcularle apenas unos veintitantos, tenía la piel bronceada, unos curiosos hoyuelos marcaban sus mejillas cada que sonreía, se notaba que hacía ejercicio por su cuerpo bien fornido y con aquel cabello morado JiMin hubiera pensado que era atractivo, pero la manera en que lo había conocido solo le causaba repulsión como todos los hombres que habían pasado por su casa.

—JiMin, te presentó al joven Kim NamJoon. —su madre sonrió realmente entusiasmada-Trátalo bien, cariño, es un cliente bastante especial. —la mujer lo miró con advertencia detrás del recién nombrado, solo pudo asentir.

Llevó su mirada hacia al hombre de traje e hizo una pequeña reverencia—Puede llamarme JiMin o como usted guste, estoy para ayudarle en su placer. —sintió la bilis subir por su garganta al pronunciar aquellas palabras, era una frase que su madre le obligó a usar para hacer sentir cómodos a los clientes.

—A que es una lindura, ¿Verdad? —sintió como las manos de su madre le peinaban el cabello.

—Solo un ciego no se daría cuenta de la belleza que porta el chicho. —le respondió NamJoon.

—Bueno, los llevo hasta la habitación. —la mujer tomó de la muñeca al pelinegro mientras el otro los seguía por detrás—Lamento que no sea una habitación cinco estrellas, pero es moderadamente aceptable. —habló mientras habría la puerta rechinante de aquel sótano.

—No se preocupe, mi lady, con que tenga una cama es más que suficiente. —JiMin se estremeció ante tales palabras.

Ambos, adolescente y adulto bajaron las escaleras ante la expectante mirada de la fémina en el umbral—Que se diviertan. —y la puerta fue cerrada.

El menor observó como el llamado NamJoon inspeccionaba la habitación, si es que podía llamársele así, caminó alrededor hasta que quedó frente a él. Tenía que empezar su trabajo.

—Si a usted no le importa preferiría que dejara que yo mismo me desvistiera. —comenzó tomando los primeros botones de su camisa, las manos le temblaban, no importa cuanto tiempo pase jamás se acostumbraría a aquella horrorosa vida que tenía que llevar. Una mano firme lo detuvo, alzó la mirada para encontrarse con los ojos castaños del moreno quien lo veía con un poco de ternura, no había lujuria ni nada asqueroso en su mirada, JiMin se extrañó ante aquello—B-bueno, si no quiere, p-puedo dejarlo.

—Ya no tienes que hacer esto más. —la voz gruesa y suave lo descolocó, NamJoon pareció notarlo y le sonrió volviendo a abotonar su camisa—JiMin soy un oficial de policía.—mostró una placa dentro de su saco—Los vecinos hicieron una denuncia hacia tu madre, mis hombres están afuera esperando para entrar, solo tienes que decir las palabras adecuadas y podremos sacarte de este mundo en el que te han metido.

Los labios de JiMin temblaron, los apretó en una línea fina evitando un sollozo, tomó fuertemente el borde de su camisa y se permitió llorar fuertemente sobre el pecho de NamJoon, este lo envolvió en sus brazos acariciando su cabello y a través de una radio habló.

—Entren, tengo al niño conmigo, vayan tras esa desgraciada.

Levemente escuchó como varias personas entraban a su casa, sus sollozos se volvieron un llanto desgarrador que trataba de acallar en el pecho del mayor. NamJoon lo cargó, posando un brazo detrás de su espalda y la otra debajo de sus rodillas, subió las escaleras con él y pudo alcanzar a ver como metían a su madre en una de las patrullas que se encontraban al frente de su casa, JiMin sintió como si unas cadenas invisibles se rompieran a su alrededor, levantó su mirada para encontrarse con la del pelimorado quien le sonreía sinceramente, enterró su rostro en el cuello de este mientras calmaba sus sollozos, su cuerpo se sintió liviano y los párpados le pesaron enormemente, por primera vez en mucho tiempo se permitió dormir sabiendo que cuando despertara no estaría en la cama con otro hombre desagradable.

[...]

JiMin observó la espalda del rubio mientras cocinaba, le encantaba ver la gracia con la que usaba los utensilios o lo chistoso que se veía cuando fruncía el ceño al probar la comida y esta no estaba al gusto del cocinero. Escuchó voces provenir de la entrada, al segundo NamJoon entró seguido de otro pelinegro igual a él. Jungkook le sonrió cuando entró y fue enseguida a sentarse con él.

—Hyung. —canturreó depositándole un beso en la mejilla—creí que hoy tampoco saldrías de tu habitación.

JiMin le sonrió de vuelta, hacia seis meses que llevaba viviendo en esa casa, NamJoon lo había llevado después de que saliera del hospital al haberle detectado un pequeño grado de anemia en su organismo, le dijo que había alguien que quería hablar con él. Entonces conoció a un rubio llamado SeokJin, el esposo del pelimorado, él había sido su psicólogo durante ese tiempo en aquella casa, lo había ayudado bastante a superar sus traumas y a ser un chico normal de su edad, el cual debía aprender a disfrutar de su juventud y le dejó muy en claro que ningún hombre iba a tocarlo si el no daba su consentimiento. Luego estaba JungKook, era más chico que él por dos años y le contó que SeokJin lo había salvado de una situación parecida a la de él hacia tres, JiMin se alegró de que hayan salvado a aquel chiquillo antes de que le terminaran de arruinar la inocencia.

—Chicos, necesitamos contarles algo. —la voz alegre de SeokJin los atrajo, este miro a NamJoon quien sonreía de igual manera—JungKook sé que llevas con nosotros ya tres años. —asintió—Y JiMin sé que llevas poquito tiempo con nosotros, pero ambos se han ganado un pequeño pedacito de nuestro corazón, ¿No es así, Nam?

—Así es, por lo tanto, Jin y yo tomamos una decisión. —tomó la mano del rubio para darle un beso en el dorso, se sonrieron y hablaron al mismo tiempo.

—¡Los hemos adoptado! —ambos hombres sonreían enormemente, JiMin no sabía qué decir, observó como JungKook corría a los brazos de los mayores con lágrimas en los ojos.

—JiMin ¿No te agrado la noticia? —la voz de NamJoon lo sacó de su trance.

—No, no es eso, es solo que jamás supe lo que era tener una familia, jamás dije mamá o papá, no conocí a mi padre y bueno, saben como es la historia con la que supuestamente era mi madre. Solo estoy un poco shockeado. —sonrió con lágrimas en ojos, JungKook se soltó del abrazo y miró seriamente.

—Hyung. —JiMin lo miró-¡Somos hermanos! -lo estrechó entre sus brazos dando vueltas, el mayor río sincero, contagiado de la alegría del menor, se limpió las lágrimas y sin soltar al chico entre sus brazos observó a los dos adultos.

—¿Está bien si los empiezo a llamar papás?

SeokJin frunció las cejas, se tapó la boca y sus ojos se llenaron de lágrimas. —Mamá, papá, llámenme como cualquiera de esas formas, ustedes ya son mis hijos. —caminó hasta los menores para unirse en el abrazo. NamJoon quien lloraba en silencio también se unió al abrazo gritando.

—¡Somos familia! —brincaron aún entrelazados, rieron y se secaron las lágrimas, JiMin podría empezar una nueva vida, junto a unos verdaderos padres que se preocuparan por él y a un hermano con el que compartir aventuras.

NamJoon, SeokJin y JungKook habían llegado a su vida como unos ángeles a ojos de él, le devolvieron su seguridad, su alegría y el cariño que jamás tuvo, a sus 15 años JiMin estaba a salvo, lejos de aquellos hombres que lo vieron crecer.

El pelinegro observó sonriente a su nueva familia, se sentía feliz, pero sabía que algo le faltaba para serlo por completo, extrañaba a TaeHyung y HoSeok, sus únicos amigos, por supuesto a su azabache favorito, YoonGi, ellos fueron los primeros en sacarle sonrisas y hacerlo sentir especial para alguien, solo esperaba volver a verlos.

A Million Men -「ʏᴏᴏɴᴍɪɴ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora