Venganza...

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— No puedo seguir con esto, ¡Debe de terminar!—. Gemí mientras mi cuerpo me obligaba a estar en el azulejo apróximadamente una hora. Me levanté débilmente y me encerré en mi habitación.

Estaba harta del dolor, no podía seguir viviendo así. Ella me dijo que estaría bien. ¡Esto era la peor mierda!, la casa era un desastre, no comí un par de días, hasta que él dejó unas sobras. Él rompía toda las cosas que podía, incluso una vez intentó golpearme con un florero que hizo mi madre.

Conté seis cortes en cada brazo. ¿Cómo terminé así?, falté a clases una semana.

No sabía que ese sería el día de mi muerte, ese día llevaba un camisón blanco.

— S-sadie ¡Ven a tomar mi abrigo!—. Él me buscó por todas las habitaciones de la planta baja, se rindió y se fue a la sala de estar con una nueva bebida. Yo estaba escondida debajo de mi cama, mi garganta estaba adolorida, necesitaba un trago. Me deslice en silencio y bajé la escaleras de puntillas, tomé una taza del armario pero sonó contra mi cabeza. "Mierda", traté de correr pero él me tomó del brazo.

— Bueno, bueno. Sadie ¿Por qué te escondes de mí? Sabes que te encontraré y caerás en mi trampa—. Era un borracho inteligente, me tiró hacia la encimera, quitándome la respiración. Buscaba aire mientras jadeaba y de repente el vaso cayó. Lastimándolo a él, y la sengre que se deslizaba por su pierna era prueba de ello.

Esconderme había sido lo peor que había hecho, estaba furioso. Empezó a golpearme sin piedad, lloré y pedí piedad.

— ¡Tú no mereces vivir!, ¡Quién debería vivir es mi esposa! ¡Marie!—. Él me golpeaba mientras yo escupía sangre y pedía perdón. Esas palabras cayeron como ladrillos.

— Yo nunca te amé, ¡No eres mi hija!—. Dijo y después se fue. Como pude fui a mi cuarto.

— N-no soy su hija, n-nunca me amó, esto es un sueño—. Mi cuerpo estaba roto, mi corazón estaba roto y mi alma también. Era hora de dejar de perder el tiempo.

— ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué nací? ¡Soy Sadie Marie Bennett y mí vida es un pedazo de mierda!—. ¿Por qué le gritaba a mi reflejo? Tomé el cuchillo de mi madre (Con el que dormía), y empecé a mirarlo de forma divertida mientras temblaba. Lloraba y reía.

Incliné mi cabeza hacia un lado mientras sostenía el cuchillo con fuerza.

— ¿Realmente estaba lista para esto?—. Antes me había cortado sin haber llegado a ningún lado, el cristal me llamaba y sonreí.

— No más dolor, no más sufrimiento—. Me iba a enterrar el cuchillo en el cuello, seguía mareada por el golpe que me habían dado, entonces me enterré el cuchillo en mi ojo.

— Mierda, mierda, mierda ¡No aguanto!—. No sé como pero terminé con mi vida en tres movimientos, y ahí quedé. El cuchillo cayó, mi cuello estaba cubierto de un líquido carmesí, al igual que mi boca. Mi cuerpo estaba helado. Pensaba que ya era libre… Pero…

¿Dónde estaba mi alma?, ¿En el cielo? O ¿En el infierno?, pues en ninguno. Me convertí en un ser ectoplasmico. Miré hacia abajo y ví mi cuerpo tirado, me asusté mucho, pero lo volví a ver. Era un alma en pena, estaba emocionada pero a la vez súper asustada.

— W-wow ¿Qué es esto?—. Hablé y mi voz se escuchó distorsionada, como si gritara en una cueva. — ¿Por qué estoy en la tierra? No tiene sentido para mí. O sea soy un alma, no una de ficción, no, no; ¡UNA REAL!—. Traté de darme una ídea de lo que pasaba, traté de agarrar el pomo de la puerta, pero literalmente se deslizó como mantequilla de mis manos, ya que atravesé la puerta. Mi cuerpo seguía desangrándose en la habitación del frente, y para mi sorpresa una gota de sangre cayó en la cara de mi padre, el corrió arriba y gritó.

— ¡Sadie! ¿¡Qué fue…—. Se estremeció, su aliento era visible, estaba tan borracho que su botella de cristal se rompió en el suelo. Le echó una mirada a mi cadáver, soltó una sola lágrima de remordimiento, y llamó al 911 para reportar el suicidio. Comencé a agitar las manos y a hacer caras graciosas frente a él, aún así no podía verme. Tal vez no me miraba porque no quería que me viera, me puse pensativa mientras me hacía visible, mi padre abrió los ojos con asombro y caminó hacia atrás por verme flotando frente a él.

— ¡S-sadie!—. Gritó mientras yo me reía.

— ¡Bien, padre! Parece que han vuelto las almas—. Me reí y cruce los brazos.

— Puedo ver tu alma temblando, como si hubieras… Tal vez… ¿Visto un fantasma?—. Me reí cuando él entró en shock.

— No hay necesidad de temerme… ¡Oh! Espera, ¡Sí la hay!—. Cerré los ojos y me puse encima de él, impidiéndole moverse.

— No te muevas, a menos que quieras ir al matadero—. Me reí, y envolví mis manos alrededor de su corazón y después tiré de él, ahora yo tenía el control de su cuerpo. Por primera vez sentí como si no pudiera parar, yo estaba bien, yo tenía un propósito, la… ¡VENGANZA!

— ¡Oh!, mirenme soy un borracho que abusa de su hija porque es la viva imagen de su madre y me gusta más que ella—. Usé su caja de voz para proyectar mis sentimientos y usé su cuerpo como una marioneta, y tomé el cuchillo con el que me suicidé.

— ¡Ahora es momento de hacer lo que me hice a mí misma, soportarás mi dolor, mi sufrimiento, lo que hiciste estuvo muy mal y no dejaré que hieras a alguien nunca más!—. Grité con su voz y deslice el cuchillo en su cuello, clavandoselo una y otra vez, como un muñeco vudú.

— ¡HaHaHa! ¿Cómo se siente, papi?, ¿Bien?, ¿Lo haces por mí?—. Grité mientras su cuerpo se sacudió y cayó. Salí de su cuerpo y me puse a su lado.

— Aww, pobre papá, pero esto es lo que hiciste, así me convertiste—. Hablé con confianza y ahí me di cuenta.

— Ya sé por que nací, por persona como tú, personas que abusan de sus hijos por su propia gratitud, pero eso cambiará, ahora tengo un propósito, y ahora no puedo dejar de agradecerte padre, yo soy lo mejor, ¡Mamá tenía razón!—. Dije mientras las sirenas de policías se hacían presentes.

— Bueno, parece que los policías llegaron tarde, oh bueno, adiós papá—. Salí de casa dejando atrás una vida dolorosa que alguna vez tuvo felicidad. Sigo recordando las palabras de mamá. Y recuerda… Trata a tus hijos con respeto, o si no, creo que no seremos buenos amigos.

Suicide Sadie✘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora