Todo empeora

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Papá trabajaría hasta tarde. Lloré hasta dormir, otra vez.

Pasó una larga semana, faltaba poco para que el mes se cumpla. Volví a visitarla ese día, estaba lloviendo, así que llevé un lindo paraguas que me había regalado Mary.

Entré a la sala, mi madre estaba sentada en una silla y se me quedó viendo.

— Hola madre, ¿Cómo estás hoy?—. Le pregunté mientras me miraba con una sonrisa.

— Nunca… Mejor dicho—. Dijo con voz ronca.

— Tu ritmo cardíaco es muy bajo hoy—. Dije con preocupación mientras miraba el aparato. Las gotas golpeaban la ventana, ella no hablaba, no podía.

— Ahora que me doy cuenta… Los recuerdos más memorables que tengo, sin importar si son buenos o malos; siempre están en época de lluvia o nieve—. Hablé en voz baja y luego me dirigí a mi madre. — Y-yo no quiero que el doctor me diga que no estás bien, y-yo se que estás sufriendo, p-pero yo…—. Mi madre soltó mi mano, acompañado por un sonido de "Beep", el ruido retumbaba en mis oídos y mis ojos reaccionaron de forma natural, cayendo lágrimas como si no hubiera fin.

Su mano estaba fría, grité y entraron las enfermeras, ellas trataron de reanimarla usando desfribiladores, dándole oxígeno, pero nada funcionó. Una parte se fue con ella… Ella se había ido… Ella me había dejado aquí… y no podía hacer nada al respecto.

Yo me senté ahí mientras las enfermeras cubrían el cuerpo de mi madre con una sábana blanca. Me quedé ahí varias horas.

— Hemos contactado a tu padre, ya sabe sobre la situación. Vendrá y después irá a casa, lo siento—. Asentí, abrí mi paraguas y caminé hacia casa en una lluvia torrencial.

Todo el tiempo pensé en todos lo momentos que tuve con ella. Ese día algo en mí cambió, al igual que papá, y no para bien.

Esa noche llegué a casa después de un paseo de 10 millas, abrí la puerta para encontrar silencio, negro y sin corazón.

— No puedo creerlo—. Me sentía vacía, como si mi alma se hubiera ido a la mierda.

— No puedo vivir sin ella—. Corrí hacia la cocina y tomé un cuchillo de chef que había pertenecido a mi familia durante generaciones y lo llevé a mi habitación.

Me puse mi vestido elegante naranja, para ver mi cuello y parte de mi cintura.

— ¿¡Por qué te fuiste!?, ¿¡Por qué me dejaste!?, Tú eras mi todo, mi vida cuando no había ninguna, mi coraje cuando estaba débil… T-tú eras mi madre—. Esa noche quería matarme, y para ser honesta debí hacerlo; en cambio tomé el cuchillo y me hice dos cortes en mis muñecas, para ver si me desangraba. Caí de rodillas, llorando, mientras el líquido carmesí manchaba el suelo; llegando a la creación de un pequeño charco se color rojo. Me sentía bien y ahí caí en la depresión y en la locura, algo que debía esconder de todos; incluyendo mi padre.

Mientras estaba sentada, mientras mis heridas coagulaban, me limpié con un trapo viejo y tiré todo dentro del armario. Me tiré a la cama llorando, esperado dormir.

Me desperté a la mañana siguiente, por suerte era fin de semana. Me puse una gran sudadera gris. Bajé por las escaleras para encontrarle el vidrio de un cuadro roto. Negué con la cabeza y me hice un té de manzanilla.

Me senté en la mesa mientras tenía recuerdos de desayunos con ella. Empecé a llorar.

— M-madre no puedo creer que estés …—. Limpié las lágrimas con mi manga y me fui a bañar. Miré mis muñecas con satisfacción. El resto del día pasé viendo dibujos animados, era un día horrible. Hubiera preferido haber muerto.

Seguí en el sofá hasta las 8 de la noche, escuché un ruido de un carro parando. — Hola pequeñita—. Dijo mi papá entrando a la sala para después desordenar mi pelo.

— No te he visto en mucho tiempo, ¿Cómo estás?—.

— He estado muy cansado por el trabajo, y lo de tu madre me ha hecho mal—. Dijo y lo seguí a la cocina donde tomó un vaso de whisky frío paraA después sentarse en un taburete. — Ya terminé el trabajo que tenía, ahora vendré más temprano a casa—.

— Bueno… Me iré a dormir, mañana tengo escuela—. Dije y después lo abracé mientras el me besaba la frente.

Cuando salí de ahí, él se sirvió otro vaso. Me acosté en mi cama y lo oí llorar desde la cocina… Esa sería la última buena charla que tendría con él.

Volver a la escuela era difícil… Quiero decir… Era imposible. Me encontré con Mary en la entrada de mi casa y me preguntó como estaba mi madre, me quedé callada. Supongo que ella lo entendió. Todo el camino era en silencio hasta que llegamos al autobús.

Ese día llevé mi sudadera gris para que no vieran mis cortes. Pensar en que se fue mamá y además que papá empezó a beber cuando él no lo hacía me preocupaba. La campana sonó, cuando salí Mary me estaba esperando, le dije que iba a tomar el autobús.

— Sadie… ¿Sucede algo?—. Preguntó Mary de forma preocupada.

— ¡Si, todo está bien! ¡Solo.. vete ya!— Grité y ella dió un brinco hacia atrás.

— Si tú lo dices—. Ella se fue y se subió al autobús, yo me fuí a mi casa sola, me sentía mal por gritarle a Mary. Empezó a llover pero terminó pronto.

Tenía una batalla interna de emociones.b"Estarás bien, estarás bien… Recuerda lo que dijo mamá", "No le hagas caso", "Estarás bien", "La única forma de estar con ella es muriendo, al menos un corte al día".

Reí mientras lloraba, había perdido la cabeza. Mis sentimientos cayeron. Entré a casa y me desperté cuando escuché el auto de mi padre chillar.

— ¡Sadie, ven aquí!—. Escuché a mi papá gritar y salí de mi habitación.

— Si papá… ¿Qué pasa?—. Sus pisotones se escuchaban en toda la casa.

— ¡Tú, estúpida perra de mierda!—. Dijo para después darme una cachetada.

— ¿¡Por qué!?—. Grité y él me tiró hacia abajo, haciendo que mi columna vertebral chocará con el suelo.

— T-tú eres como ella ¡Eres como Marie!—. Mis ojos se abrieron mientras intentaba salir de ahí, él se quitó el cinturón de cuero que mi madre le había hecho y comenzó a pegarme, pedí piedad, pedí que parara… No lo hizo. — Perra sin valor—. Dijo para después irse a ver televisión.

Entré a mi cuarto silenciosamente. — ¿P-por qué?—. Esperaba a que la muerte viniera por mí, tomé el cuchillo de mi madre y me hice más cortaduras en mis muñecas.

A los pocos días mi cuerpo tenía moretones por doquier, sin darme cuenta me volví alguien asustadiza y sumiza.

En la escuela Mary y yo apenas hablábamos, tiempo después dejamos de hablar.

Un día ella se me acercó. — Sadie… Estoy preocupada por ti, si te sientes triste ya sabes a dónde ir—. Cerré los ojos mientras ella se iba. Espere a que mi padre borracho viniera para dejarme llorando y sangrando.

Se volvió a repetir, me dejó sangrando en la cocina mientras él se encerraba en su cuarto.

Suicide Sadie✘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora