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"Y las luces me apuntarán cuando llegue y yo fingiré querer llorar al verlos todos ahí" Louis contaba. Ya habían llegado y el vestido estaba guardado en su habitación, Louis a cada rato subía y lo miraba no pudiendo evitar que un chillido se le escape de sus labios.

Jay ríe, toma la libreta de su hijo y mira cada una de las cosas que está en la lista. Su madre le había prometido buscar algún trabajo para ayudar con los gastos de la fiesta, aún cuando Louis le dijo que no era necesario y que el podía hacerlo solo "Debemos de contratar a los meseros, preparar un gran banquete... Felizmente no tienes quince o sino no te dejaría tomar ni una gota de alcohol".

"¡Llegué!" La voz de su padrastro y el sonido de una puerta azotada se escucha. Sólo son unos minutos para que luego vean al hombre en la sala con una expresión confusa "¿Y todo esos papeles?" Toma uno al azar y sólo le basta leer el título para que su ceño se frunciera de enojo "¿Acaso se volvieron locos?" Pregunta con cierta decepción "Creí que no lo apoyarías, mujer".

"Louis es mi hijo y lo apoyaré en toda sus decisiones" Jay se levanta y de un movimiento le arrebata la hoja "Si no quieres participar en esto está bien, ve a la cocina, sirvete tu comida y deja de fastidiarnos".

"¡Lo estás apoyando en sus ideas retorcidas!" Se queja.

"¡El querer hacerse un quinceañero no es retorcido, muchas chicas-"

"¡Exacto! ¡Chicas!" Exclama. Louis rueda los ojos, junta sus cosas y sale de la habitación pasando al lado de Daniel y chocando su hombro fuertemente con el de él.

No estaba para aguantar esas cosas. No cuando estaba tan cerca de cumplirlo.

Quinceañera | Larry Stylinson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora