"... Mis piernas dolían con tal intensidad que creía que en cualquier momento caería, la herida en mi pierna no ayudaba en absoluto. Corría, saltaba, esquivaba, evitando ramas, raíces, arbustos, volteaba cada que podía, notaba como mi pierna escurría y dolía como un demonio, pero no podía detenerme, no ahora, debía correr, mi vida dependía de ello, hubo un momento en el que no escuché pasos, me detuve. Pésima idea. Sentí como encajaban algo en mi costado, recuerdo ser empujada con tal fuerza que me golpee la cabeza, en un instante todo se volvió negro, eso es lo último que recuerdo antes de perder la conciencia..."