llega la medianoche, mis ánimos están por los suelos, mi voz suena demasiado débil, no tengo una sonrisa en el rostro y mis ojos comienzan a nublarse. Estoy solo, no hay nadie que me consuele, y me diga que las cosas van a estar bien. Los recuerdos comienzan a llegar a mí, cada uno de ellos se va metiendo como una daga en las cicatrices que creí habían comenzado a sanar. La herida vuelve abrirse, comienzo a herirme nuevamente, mis nudillos están sangrando, mi nariz también. ¿Qué pasará conmigo esta noche? ¿Moriré?
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