Capítulo 3. Nights

677 40 17
                                    


Camina a mi lado con las manos metidas en los bolsillos delanteros de su pantalón, ha insistido en acompañarme y lo cierto es que no he sido capaz de decirle que no, en parte porque no me importa disfrutar de su compañía un poco más y la verdad es que la noche de Madrid siempre ha sido de mis favoritas para pasear. Una, que a veces es una romántica empedernida...no es que esté esperando a que me bese cuando lleguemos a mi portal y me diga que me va a llamar pronto porque he visto ya demasiadas películas en mi vida como para saber que salvo que sea Jake Gyllenhaal y esto el próximo taquillazo de Hollywood no va a ocurrir.

—¿Y no echas de menos Madrid? Son muchos años fuera de casa, en algún momento has tenido que pensar "Se acabó pasear por Oxford Street bebiendo té, necesito un bocata de calamares y una caña" ¿No?—Bromeo mientras las luces de Gran Vía, y las docenas de personas que caminan con nosotros nos hacen compañía.

—Claro que echo de menos Madrid, sobre todo a mi familia y amigos, pero no me puedo quejar. Estoy feliz en Londres, y no me movería del Chelsea por nada. Bueno, salvo que me llegase una oferta del Real Madrid que entonces volvería a casa en abrir y cerrar de ojos. Todos tenemos un punto débil.— Asiento dándole la razón y sonrío preparando mi respuesta, algún día van a acabar mandándome a la mierda.

—No me digas que ya te has enamorado de mí y que volverías por mí, de verdad que no hace falta...—Me llevo la mano al pecho como si sintiese cada palabra que digo y provoco que se ría y me añado un punto a mí misma por ello.— Lo decía en serio, si te ríes pierde el efecto.

—Ten cuidado, a ver si eres tú la que se ha enamorado de mí y acabas bebiendo té con el meñique levantado mientras paseas por Oxford Street.

Me devuelve el golpe que acepto de buena forma con una sonrisa. Siempre he tenido la sensación que todos los que estaban en el mundo del deporte del élite tendían a ser simplemente imbéciles. Gente con un ego demasiado grande para lo que realmente hacían, quiero decir hay gente que se ha ganado poder ir por ahí con aires de grandeza y no lo hace y luego parece que el último mono de un equipo es más imbécil que la estrella del mismo y nunca sabes por dónde te van a poder salir. Supongo que en esta vida puedes elegir entre comportarte como Puyol, Iniesta, Casillas y compañía o ser un Neymar cualquiera.

Me doy cuenta de que estoy enfrascada en esa reflexión cuando con el dedo golpea ligeramente mi cabeza llamándome mi atención y me giro con una sonrisa pidiéndole perdón por haber abandonado el planeta Tierra por unos instantes y le resta importancia mientras se ríe. Me suele pasar bastante a menudo, empiezo pensando en cosas importantes y siempre acabo dándole vueltas a temas tan escabrosos como por qué si los coches van por los carriles y los trenes por las vías, se dice que los coches se desvían y los trenes descarrilan.

—Estaba pensando que para ser futbolista no eres imbécil. Lo cual me sorprende y me agrada a partes iguales, sería una lástima desperdiciar que eres guapo con una personalidad de mierda.—El día que inventaron eso de tener un filtro para evitar momentos como este, yo estaba en Asos renovando mi armario de invierno seguramente.

—No sé si darte las gracias o indignarme porque pudieses pensar que era gilipollas, porque creo que has usado una palabra light para definirlo. Todo depende del entorno que tengas, si te dejan comportarte de esa forma al final vas a creerte más de lo que eres, si te recuerdan que simplemente te ganas la vida jugando al fútbol y que tienes mucha suerte de poder hacerlo...acabas siendo bastante normal.—Explica con una simplicidad pasmosa que me hace ver que claramente está en el segundo grupo y levanta una ceja en gesto divertido.— Y gracias por lo de guapo, al final me vas a acabar dando la razón y voy a terminar pensando que es verdad que ya estás profundamente enamorada.

—Relájate un momento, que te he dicho que eres guapo, no te creas que te voy a invitar a que subas a mi casa a tomarnos la última y vas a acabar probando mis maravillosas sábanas de Ikea porque no es así. Siento romperte las ilusiones...

Inefable | Marcos AlonsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora