Labios.

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De nuevo, estaba allí, pacifico, mirando como si calculara cada minuto de esta pelea, cada segundo en el que yo me volvía todo un histerico, quejandome de aquel niñato.

-Capo, no voy a aguantar ni un minuto más mientras él siga echandolo a perder...

-Leone.

Ah, había pasado un tiempo desde que me hablaba de esa forma, saboreando las palabras, las exactas palabras con la cual conquistaba cada centimetro de mi congelado corazón.

Incluso mi alma se desataba, estaba recuperando a mi yo de siempre, miré el mar impregnado en esos ojos azules mientras se movia de aquel asiento. Pasos firmes, cada uno de ellos, tacos golpeando el piso.

Uno, dos.

Uno, dos.

Bordeaba mi posicion, calculando cada centimetro de mi ser, las puntas de sus dedos rozando mi espalda, alli fue, asi fue...

El exacto momento, en donde me volvía loco.

Desesperado.

Ansioso.

Quería tocar aquellos labios.

Oh, Capo...

-Bruno.

Aquellas manos bordeaban ahora mi espalda, retirando mis prendas con lentitud, y esos labios, aquellos por los cuales mataría, por fin terminaron con la distancia desesperante y sofocante en la que estaba sumido.

-Leone. Amore mio.

Besos, ahora los besos a esos preciosos e impacientes labios eran la gloria, el momento exacto en donde daban ganas de besarlo hasta perder el aire por completo, hasta drogarme con la ultima gota de aquel elixir.

Capo.
Stringimi vicino.
Stringimi forte.

Bad Dreams. (Bruabba) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora