El arqueólogo

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Transcurría una tarde de otoño vertiginosamente sobre lo que alguna vez fue la Ciudad de los dioses o Teotihuacán. Ahí, en lo más profundo de la majestuosa pirámide del Sol, un hombre de mediana edad se encontraba al interior de una cámara mortuoria. Era el primer arqueólogo que había llegado a semejante lugar. Él tuvo éxito en donde sus antecesores fallaron consistentemente.

Roberto estaba arrodillado, se sentía honrado, y no era para menos. Muchas noches había soñado con estar allí, en ese sagrado lugar, demasiado esfuerzo y dedicación había invertido. Y ahora, la culminación de todo por lo que había luchado estaba frente a sus ojos. Se deleitó al admirar la belleza del lugar, observando con sumo interés los relieves que aún se veían tan vividos, tan frescos.

Frente a él se encontraban los restos de lo que fueran dos hombres adultos, ataviados con hermosas joyas de jade e indumentaria sumamente elaborada, con pieles y plumas de aves exóticas. No supo porqué exactamente, pero se sintió conmovido, una extraña melancolía invadió su corazón, como si aquellos hombres quisieran revelarle sus secretos a él, y solo a él únicamente.

Con mucho cuidado se acercó al área que ya estaba acordonada. Aquellos restos lo llamaban insistentemente, casi hipnóticamente.

—¿Qué paisajes habrán visto sus ojos? ¿Cuántas lágrimas habrán derramado? ¿Qué alegrías y sinsabores habrán vívido? —se preguntó ensoñado—. Si pudiesen hablar, ¿cuántas historias me podrían contar?

Sonrió con satisfacción, listo para escudriñar todos los secretos que le ofrecían aquellos desconocidos.

—Roberto, ¿qué haces metido debajo de la cama?

—¡Mamá! Estaba listo para descubrir mi tesoro —dijo el pequeño con reproche.

—Lo siento, pero también los arqueólogos comen. Además, tu hallazgo seguirá ahí cuando termines —le explicó ella.

El pequeño salió de su escondite resignado y se dirigió al comedor junto a su madre. La curiosidad lo invadió y no pudo evitar preguntar:

—Mamá, ¿crees que algún día me vuelva un arqueólogo famoso?

—No solo serás famoso. Serás el mejor de todos —le dijo totalmente conmovida, pero con firmes palabras.

Fin.

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Bueno aunque este relato no es "Sol" no quise dejarlo pasar, me pareció injusto dejarlo en mi cabeza, espero que sea de su agrado.

Como siempre agradezco de corazón que me lean.

Y sin más preámbulos les dejo a "Sol".

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