Capítulo 2 | El chico.

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—¿Pizza? —cuestioné en dirección a Kayler, quién se encontraba frente a mí. El mesero nos había traído una pizza familiar solo para los dos.

Él asintió.

—Es tu favorita, ¿no?

La verdad lo era, pero justo en este momento no quiero. Sin embargo, quizás él tenía razón. Debía comer, ya que mi apetito deseaba otras cosas. Y tengo que llenarme de pizza, aunque no quiera, para detener el hambre.

Kayler empezó a comer, así que lo imité. Al probar la pizza sentí un sabor raro, era obvio, no la sentía igual. Pero haciendo toda mi fuerza de voluntad logré tragar.

Escuché una risa de Kayler.

—Debes ver tu cara, cualquiera diría que estás sufriendo.

Elevé mis cejas y puse mis labios en una sola línea.

—Kayler, ¿alguna vez has... Comido... humanos? —murmuré a lo bajo. Lo miré atento. Él me dio una mirada extraña, dejó su pizza en el plato.

—Nunca —respondió seguro—. Comer humanos está prohibido para nosotros. Al menos para nuestra manada.

Bajé mi vista a mi plato. Kayler no puede saber esto. Querrá que nos regresemos.

—Y cuando tenían necesidad de comerlos ¿que hacían? —empecé a jugar con la pajilla de mi jugo.

Pude notar que su mandíbula se desencajó, también tensándose en el momento.

—Para eso están los animales, venados y eso. Eso mata nuestra sed. Son nuestra comida. —dijo—. Carolina, ¿acaso tienes esa necesidad?

Me miraba atento.

—Pff, no —respondí con obviedad—. Solamente era curiosidad.

Achicó los ojos un momento.

—La etapa no dura —añadió—. Es pasajera, suele pasar cada año. Por eso cuando nos llega el momento tenemos las presas en un lugar seguro.

Asentí. Lastima que aquí no hay presas de ese tipo, quedaron en el pueblo. Y ahora no sé qué hacer, no quiero asesinar personas. Seguí comiendo la pizza.

—Carolina, sabes que puedes contarme lo que sea, estoy aquí para ayudarte. Te amo y nunca te dejaré sola. —me tomó la mano.

Le sonreí.

—También te amo, tontito.

Se acercó a darme un beso en la boca.

El resto de la tarde la pasamos en ese restaurante, platicando o riendo por cualquier cosa, a veces miraba que se quedaba ido, también observaba que sus ojos se ponían negros, algo que me sacó de onda porque no estaba enojado ni nada. Es como si no lo pudiera controlar. Intenté preguntarle pero me dijo que solo era por la luna azul que pasará este año. Y él tendrá que ascender.

Al llegar a la residencia me senté en el sofá y encendí la tele. Kayler había pasado comprando algunas cosas en el supermercado y estaba llenando la nevera. Al terminar se sentó a la par mía.

—Oye, ¿qué pasará cuando asciendas?

No me miró.

—Mi padre dijo que sería más fuerte.

Elevé las cejas.

—¿Te dieron tu horario? —me preguntó. En realidad me cambió el tema.

—No, iré mañana temprano. Las clases comienzan en la tarde.

—A mi me lo enviaron por correo, tengo clases en la mañana. Pero si quieres que me quede contigo...

—Kayler, sabes que no puedes hacer esto, es el primer día.

Conviviendo con el lobo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora