Capítulo 5: El discípulo

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Mi hermana era hija del segundo matrimonio de mi madre, luego de la muerte de mi primer padrastro (el asesinato que yo cometí sin intención), mi madre se casó a los pocos meses con uno de los generales más importantes del ejército Bélico. Una vez más, fue un matrimonio arreglado por la importancia que ambos tenían para el gobierno. Al año siguiente, cuando yo contaba con once años nació la pequeña Cintia. Era alguien muy especial, una de las pocas personas que me quería de verdad.

A pesar de los inmensos e incontables problemas que había tenido a lo largo de mi vida con esa detestable familia que me había adoptado, Cintia era una de las personas más cercanas a mí. Ella siempre se preocupaba, a pesar de sus míseros seis años era muy inteligente y capaz. Cuando yo rompía algo por accidente ella se echaba la culpa para que no me regañaran tanto. <Ella era la niña perfecta para mis padres, por lo que si hacía algo malo lo dejaban pasar>, gracias a ella me salté millones de veces aquellas largas y tediosas oraciones que todas las malditas noches nos hacían repetir. Era la típica hermana menor ejemplar y talentosa de la familia, aunque siendo franca, la quería y la sentía como una verdadera hermana y estoy segura de que ella sentía lo mismo. A veces me fastidiaba por la admiración que la pequeña sentía por mí, su inocencia le hacía creer que yo era una especie de heroína fantástica. A pesar de que mi madre la trataba de alejar de mi mala influencia, mi hermana siempre se escapaba y venía a jugar conmigo.

Como ya dije, era una niña muy sabia. Solía consolarme cuando mis padres me regañaban, solía darme consejos cuando no sabía qué hacer, siempre estaba a mi lado y por si fuese poco nunca la había tenido muy en cuenta, por culpa de mi cerrada personalidad. Sincerament

La puerta se abrió y no pude evitar sonreír al ver a esa niña tan vivaz de ojos grandes y verdes, de pelo largo y de color negro. Se quedó por un momento en la entrada de la recámara, tratando de estudiar mi rostro y adivinar mis pensamientos. Sin embargo, a pesar de su enorme sagacidad, Cintia seguía siendo una niña de seis años. Sin aguantar la dicha de verme, corrió hacia mí y me abrazó con un amor que derritió por un breve momento todo el hielo que se había acumulado en mi corazón.

-¡Brenda! ¿Dónde te habías metido?- me preguntó mientras reía descontroladamente.

Con cariño desordené su hermoso cabello, que caía por su espalda formando ondas que me recordaban a las mismísimas olas del mar. Sin embargo, me quedé en silencio, sin contestarle. No fue por el temor de contar mis secretos más profundos, sino porque realmente, no tenía idea de dónde había estado.

-Mamá me contó lo de esta mañana- Me comentó con su suave y gentil voz, al ver que mi silencio se alargaba.

Estaba completamente segura de que no quería regañarme, ella siempre solía decirme que no hiciera cosas malas explicándome las consecuencias que podía traer. En estos casos, ella cumplía el rol de hermana mayor, y yo el de hermana menor. Sinceramente, no me molestaba en lo absoluto, a pesar de su edad, Cintia tenía una mentalidad que iba más allá de un plano físico, yo era consciente de que podía confiar en ella sea cual sea mi situación. Sin embargo, nunca terminaba de contarle todo, creo que ella sabía que le ocultaba algunas cosas. Por eso, cada vez que yo no hablaba, o simplemente me alejaba, Cintia me entendía, como si supiera sobre la guerra que se libraba dentro de mí.

-Sabes cómo soy, siempre me meto en problemas- Le contesté de una forma muy tajante y fría mientras ella retiraba sus brazos lentamente de mis hombros- Odio este mundo más que nada, además sabes que no puedo quedarme callada. Sinceramente no soporto más vivir así, hoy tuve que escaparme del IBER porque nadie logró darme una solución, ni siquiera el tío Milton.

-Pero sabes cómo es el tío Milton, a veces es duro, pero por dentro tiene un gran corazón- me dijo con rostro triste y resignado.

Como dije anteriormente, Cintia era querida por toda la familia Clark. Sin embargo, ese inmenso amor no me incluía, pero mi pequeña hermana no lo comprendía, ella a veces no lo decía, pero seguramente pensaba que yo exageraba un poco las cosas. Aunque de alguna manera, admito que tenía un poco de razón.

Masterpiece: El eslabón del tiempoWhere stories live. Discover now