-Todo irá bien- le digo observando sus verdes ojos llenos de angustia y preocupación- no te dejare sola, nunca lo haré- y me sonríe a medias.
-Por ti- me susurra con sus agrietados y rosados labios, y la llevan dentro de la sala de operaciones.
Me siento en la sillas de la pequeña y solitaria sala de espera.
A mi derecha en un pequeño sofa están sus padres, su madre llora y su padre intenta consolar a su esposa y a el mismo.
Suspiro.
Pasan los segundos, pero nunca llegan a minutos.
Voy hacia la maquina de café, echo unas monedas y espero a que salga el líquido.
Otro suspiro.
Me siento en aquella silla y le doy un trago.
La garganta me arde.
Miro el reloj el reloj.
Han pasado ya cuatro horas, su padre ya no está, y su madre se ha quedado dormida.
Abro mi libro y empiezo a escribir y dibujar.
Todo va sobre ella.
Ella es mi tema favorito para todo.
Entra en la sala un doctor, es corto de estatura, lleva gafas y su blanco pelo demuestra que ya tiene historias para contar.
-Julie Stone- dice este y me levanto de la silla junto a su madre quien se ha despertado al escuchar el nombre de su hija.
-Nosotros- le digo.
El hombre suspira mirando unos informes y nos mira, la madre da señales de que llorará en cualquier momento -ella ha sobrevivido, todo un milagro para ser sinceros- nos dice y luego nos vuelve a mirar- ella esta muy enferma y no sabemos cuantos días le quedan, pueden ser días, meses, años... no lo podemos saber; pero dentro de lo que cabe, ella esta bien- nos dice.
Y suspiro.
