Caput Decem

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Louis

Abrió los ojos entre suspiros y golpeó la parte trasera de su cabeza con la almohada. No quería levantarse, estaba muy cómodo con el aire frío colandose por las ventanas haciéndolo estremecer entre las sabanas. Tanteo hasta encontrar su móvil y puso algo de música. Miró al techo pensativo y se perdió en como la madera estaba pegada de manera precisa y delicada, como si el arquitecto quisiera transmitir sus sentimientos indirectamente, y que el observador lo detallara. Pasión, esa era la palabra con la que podía describir la casa, y no, no era esa pasión íntima con tu pareja mientras estan sintiéndose entre las sabanas, ni la pasión que sentías al estar comiendo tu comida favorita, era la pasión al trabajo, al poder utilizar tu talento para expresarte, a dejar impreso la manera en como te sientes y como amas lo que haces. La pasión al saber que tu logro fue cometido cuando la mirada de otra persona mira con ensoñación tu trabajo y te da una aprobación, esa pasión que corre con tu sangre y te explota el corazón. Esa pasión que Louis sentía cuando iba al hospital para realizar las pasantías y aportaba su ayuda, como las personas acudían a él por un consejo y él sonreía satisfecho cuando veía una sonrisa en su rostro. Esa pasión que sentía al amar lo que hacia, porque desde pequeño siempre le había gustado ayudar a otros, dar su opinión de buena manera sin recibir nada a cambio. Sabía que tenía un don y quería mostrarlo, quería sentirse orgulloso de si mismo y hacer sentir orgullosa a su familia. Quería tener un título enmarcado y una placa con su nombre sobre el escritorio de su oficina. Quería a alguien como secretario/a que le llevara el café y le contara como había sido su día. Quería una familia con la quien compartir cada segundo de su día. Quería alguien que lo apoyara a pesar de todo y siempre estuviese dispuesta a dar todo por él, por sin ser exagerado. Quería a alguien que lo hiciese sentir especial. Tenía un sueño, quería cumplirlo y lucharía por él.

No pensaría en sus problemas, en su posible enfermedad. No quería darle tantas vueltas, sería como estallar su cabeza contra la pared. Estaba a un año de graduarse y lo que menos necesitaba era descarrilarse enfocándose en cosas sin sentido, porque eso era lo que era. La mente es el peor enemigo de la persona y solos los débiles se dejaban manipular por ella. Él era fuerte, pensaba antes de actuar y analizaba cada situación, ayudaba a otros a controlar sus demonios, a salir adelantes y demostrar que todo era posible, que él no hiciese lo mismo seriamente ser hipócrita y poco profesional. Tenía instintos y estos le decían que no era un simple cuento, que todo era real y debía descubrir el motivo, pero no lo haría, estaba decidido.

Las cosas no marchaban tan bien como había pensado que irían al llegar a la casa. La relación entre Bill y Zayn cada vez caí más y no sabía que hacer para ayudarlos, se sacaba sangre de tanto moderse la lengua, pero era su deber. Cuando estaban en la misma habitación el ambiente se tornaba tenso y pesado, queriendo salir corriendo para no ahogarse. Evitaban a toda costa mirarse y cuando el otro daba una opinión, el contrarió volteaba los ojos. Niall y Liam ya sabían lo que había pasado por boca de él mismo y aunque se habían sorprendido, ninguno comentó nada, no estaban en su derecho y no les convenía. Él por su lado estaba bien con Niall, reían de cualquier bobera y no se despegaban, aprovechaban cada momento para hacer sentir su querer y no dejar las manos quietas. Habían dormido dos veces juntos, pero sin llegar a nada, no lo necesitaban, estaban bien con sólo sentirse cerca. Niall era atento y siempre ponía a Louis por encima de él. Lo cuidaba y prestaba atención a cada cosa que decía. Lo miraba como si fuese el mejor regalo del mundo y no quisiese perderlo. Él por su parte también lo era, le hacia ver que era importante cada que podía y siempre sonreía para ver la hermosa sonrisa del irlandés. Estaba seguro de que quería a Niall, de eso no había duda, solo qué había algo que no dejaba de preocuparle y se sentía enojado de no saber que era.

Los días se pasaban como el viento a través de la luz, no los veías, pero sabías que era él cuando te acariciaba la piel desnuda del cuello. Era viernes y solo quedaba un día para que luego tuvieran que volver a la universidad para seguir con los exámenes, de los cuales, no había estudiado y tal vez saldría raspado. Bajó hasta la cocina siguiendo las voces y se dejo caer en el taburete aburrido, con la barbilla entre las manos.

El Amigo de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora