5 Seconds of Summer {one shoots}.

2. Don't Stop.

Coloco los últimos libros dentro del casillero 154 antes de cerrar la puerta de éste, y que rápidamente una escena a varios metros de mi lugar robe mi atención.

Layla está frente a Steven, quién está prácticamente encima de ella, sin dejarla respirar. Debe esperarse de un típico chico guapo que cree que tiene todas las chicas a sus pies y que podrán llévasela a casa para pasar esta noche con ella, pero yo sé que ella no es la persona correcta para propuestas como esas.

La rubia de ojos cafés que conozco se deshace de él colocando su mano sobre el pecho de Steven, para luego empujarlo y poder apartarse, dejándolo con una cara de confusión en su rostro. Layla camina en mi dirección, moviendo inconscientemente las caderas de una forma que me encanta; creando que un leve nerviosismo me recorra por un segundo. Solamente que lo hago desaparecer lo antes posible.

—Por alguna razón verte con el cabello morado no me sorprende—comenta sonriendo, a lo que dejo salir una leve risa por lo bajo.

—Corrección, es lila—respondo sonriendo a medio lado, causando que Layla ruede los ojos. Aunque luego lleva una de sus manos a mi mejilla y la acaricia mientras una sonrisa se forma en su rosto, antes de que muerda su labio.

— ¿Te parece encontrarnos hoy en el Starbucks a pocas cuadras de aquí, hoy por la tarde?—propone manteniendo la sonrisa. Yo me acerco a ella, dirigiendo mi mirada de sus ojos a sus labios, haciendo que note que ya tenía contagiada su sonrisa.

Pienso un poco antes de responder, por lo que se crea un silencio en el que intercambiamos varias miradas. Desde hoy no va a ser lo mismo, lo presiento. Pero ambos mantendremos esas amplias sonrisas en el rostro.

—Te veré ahí—murmuro varios segundos después. Layla vuelve a sonreír antes de apartarse y retirarse en completo silencio.

Voy a encontrar la forma de hacerte mía. Sea como sea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(…)

 

 

Conservo su mano entrelazada con la mía en cuanto entramos a Starbucks. Nos separamos al llegar al mostrador, ya que ella va a llevar su mano a sus bolsillos para buscar el dinero para pagar, pero soy más rápido y rodeo su cintura apegándola a mí y manteniendo las manos en frente sosteniendo las suyas para evitar que haga algo.

—Yo pagaré, linda—susurro sobre su oído. Al instante siento como su piel se eriza y una sonrisa ocupa mi rostro.

—De ésta no te salvas, Clifford—comenta haciendo que ambos empecemos a reír.

 

La chica del mostrador nos sonríe enternecida antes de tomar nuestra orden.

Al terminar, nos acercamos a elegir una mesa mientras se escucha una canción muy movida por todo el lugar. Layla empieza a bailar un poco a mi lado, llamando la atención de varios chicos que se encuentran comiendo aquí, a lo que yo sólo me giro a verla de nuevo.