Animals ❀ KaiSoo

❥ in the end me and you

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JongIn cerró la puerta de su departamento después de un día pesado. Algunas veces como esa, deseaba que las cosas permanecieran así, en completo silencio, con la calma que mantenía su soledad mientras comenzaba a quitarse el saco y posteriormente a desanudarse la corbata.

Se quitó los zapatos que aventó descuidadamente junto al sillón de la sala y con sus manos recogió el saco del traje, dejando a cambio el maletín para poder avanzar hacia el cuarto. En noches como esa tenía cualquier cosa menos ganas de ir a la cocina y preparase al menos un sándwich, quería llegar a dormir y a pretender que nada había sucedido.

Pero por supuesto que las cosas no eran así de simples. JongIn escuchó el sonido de la puerta abriéndose y por un pequeño segundo, se arrepintió profundamente de haber entregado esa copia a quien ahora abría la puerta como si fuese su casa, aunque en realidad él siempre le había dicho que la considerara así.

Desde la puerta de la habitación, JongIn se giró para observar como KyungSoo estaba recargado sobre la principal después de haberla cerrado, con la vista bien en frente y el cuello elegantemente levantado para él, mostrándole la marca que le recordaba el por qué siempre le entregaba todo, pese a que se molestara tanto con él algunas veces, como esa.

JongIn provenía de una de las manadas más grandes de la ciudad, era el administrador de una cadena de hoteles muy exitosa y tenía una reputación intachable. Además de que era bastante atractivo, buscado por las mujeres y hombres por igual, y tenía un aura de hombre encantador.

Por su parte, KyungSoo era un empleado que había conocido en el hotel, un recepcionista que había tomado un empleo parcial por vacaciones y se había quedado con más que el puesto. Se había metido por sus ojos y se había aferrado a todo su cuerpo con todos sus instintos.

JongIn pudo sentirlo desde la primera vez que lo vio, la inminente atracción fluyendo en la habitación, el exquisito olor que el otro desprendía a su alrededor, llamándolo, arrastrándolo hacia él mientras el otro hacía gala de sonrisas coquetas porque obviamente sabía.

Sabía y lo usaba a su favor como quería, JongIn podía hacerlo también, podía hacerlo sucumbir como lo había hecho la primera vez, doblegarse ante él en el último minuto y profanar su cuerpo, había sido tan exquisito su primer encuentro, que pese a que ya hubiese pasado un tiempo, JongIn aún lo tenía bastante marcado en sus recuerdos y estaba seguro de que pasaba lo mismo para KyungSoo.

Pero KyungSoo no era un omega normal, no... él no quería seguir las estúpidas imposiciones que un omega llevaba por naturaleza, él siempre estaba revelándose, haciendo pasar a JongIn por innumerables aprietos desde que trabajaban juntos, haciéndole todo tipo de desplantes en la oficina y fuera de ella. Siempre con el público necesario que se percatara de que JongIn no era su dueño, de que él podía hacer lo que quisiera.

Y luego llegaba la hora de regresar, con la mirada firme siempre, pero bajando el rostro al final, con las mejillas teñidas de escarlata porque podía oler la molestia de JongIn incluso a varias cuadras de retirado. Su piel se erizaba de excitación al saberlo y eso sólo enojaba más al alfa, que se terminaba de desanudar la corbata sin quitarle la mirada de encima.

A KyungSoo en el fondo le gustaban esas miradas llenas de prepotencia que el otro le regalaba, llenas de una molestia creciente, con las manos empuñadas sobre la corbata que iba cayendo por su cuello, porque no quería decir algo que empeorara las cosas. Así que lo dejaba fluir, cuando KyungSoo se arrastraba hacia la habitación en silencio y él se giraba para darle la espalda.