𝓶𝓪𝓷𝔃𝓪𝓷𝓲𝓵𝓵𝓪

UNO

Desde la primera vez que Jungwoo abrió los ojos, no podía emitir sonido.

Cuando eres un bebé no puedes notar los cambios, procesos, es simplemente algo.

Tus padres hablan, te miran, te adoran con los ojos y tú eres simplemente un bebé que hace soniditos de sorpresa, alegría, disgusto. Ellos sí lo hacen, pero tú no.

Cuando Jungwoo tuvo ocho meses, su madre le hizo un chequeo en el hospital como a cualquier otro bebé, solo queriendo tener las usuales recomendaciones, que le dieran una dieta para el bebé o tal vez simplemente avisos de qué comidas todavía no podía comer. Estaba emocionada porque Jungwoo era a simple vista, un bebé muy saludable. Hubo un pequeño problema como el que no lloraba como otros bebés, solo quejidos que no llegaban a ser nada más que eso. Nadie imaginaba que podría haber un gran problema detrás de eso.

Toda su familia decía que era un bebé gordito sonriente. Incluso habían creado una historia: Si mirabas a Jungwoo más de veinte segundos a los ojos, ibas a tener un buen día cuando él sonriera, si no lo hacía, tendrías un mal día. Pero, el pequeño Jungwoo siempre sonreía.

Su madre esperó en la sala de espera junto a otras madres con sus niños caminando o corriendo, ella era joven, por lo que tanta vitalidad la hacía sentir dichosa, pronto su bebé sería igual a aquellos otros niños, tendría amigos, tal vez en el futuro una que otra pareja e iba a tener hijos, entonces ella volvería a ver ese proceso de nuevo, sabía que era muy codicioso pedir todo eso, en realidad, ella era feliz solo con ver a su pequeño Jungwoo crecer.

Llamaron su nombre y después de unos chequeos, nunca esperó obtener malas noticias.

El pequeño Jungwoo era mudo.

Algo que solo sospechaba, se había hecho realidad. Ni siquiera tuvo la fuerza suficiente para regresar a casa y contarle a su marido la noticia, lo llamó directamente del hospital y él llegó en 20 minutos. Cuando la escuchó por teléfono, no esperaba verla tan devastada. Ella simplemente estaba muy pálida y parecía no tener brillo en los ojos. Empezó susurrando lo que el pediatra le había dicho, y al final estaba llorando. Él la abrazó e intentó consolarla, o al menos lo mejor que puede un padre sorprendido por la noticia.

Después de recibir ciertas recomendaciones y sugerencias acerca de cómo debían cuidar a Jungwoo mientras crecía, volvieron a casa. La madre hasta el momento solo había sido un cuerpo andante con un papel impreso donde mostraban fechas de algunas citas con doctores. Su esposo la ayudó a subir las gradas con el bebé en los brazos. Llamó a la familia y al día siguiente todos estaban ahí. Se acercaron al pequeño no creyéndolo totalmente, nadie en su familia era mudo después de todo.

— El doctor dijo que era raro que Jungwoo no pueda hablar, eso solo suceder cuando te golpean en la garganta afectando las cuerdas vocales. Podríamos tratarlo pero, hasta el momento no hay una cura que valga la pena.- comentó el papá.

Los familiares asintieron en comprensión, querían preguntarle a la mujer qué era lo que pensaba pero parecía muy ida en sus propios pensamientos. Hicieron un poco de comida para todos y comieron casi en silencio, de vez en cuando el pequeño Jungwoo sonreía mientras mezclaba su comida.

— ¿El doctor les recomendó algún colegio o algo?- preguntó una de las tías del bebé.

— Habló un poco acerca de ello, Jungwoo es un bebé, todavía no debemos pensar en eso, queremos que crezca como cualquier otro niño.

— Tío, yo podría ayudar.- sonrió una chica mientras se echaba salsa. — Recientemente empecé a ayudar de voluntaria y vi un lugar especializado para mudos, entendían el lenguaje de señas y se los enseñaban.