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— Vuelve temprano hoy, hijo — dijo la temblorosa voz de la mujer mayor.

— Volveré pronto abuela, voy por un buen día de trabajo — mencionó el chico sonriéndole con cariño y abalanzándose sobre el cuerpo de la arrugada mujer — las medicinas no se pagan solas — salió del vehículo y empezó a caminar con una sonrisa en el rostro; sería un buen día.

***

El chico acababa de salir del café con su preciado frapuccino en manos, por el cual tuvo que esperar más tiempo del que planeaba, caminaba tranquilo por la calle, sin ninguna preocupación.

A unas cuadras no muy lejanas, caminaba un muchacho con cabello platinado, se encontraba de mal humor pues su día no había ido como lo tenía planeado.

Y puede que sí, su profesión tuviera la culpa, pero es que nadie tomaba en cuenta lo difícil que era ser ladrón. Es un trabajo a casi tiempo completo.

Su profesión tiene muchos motes, pero al final siempre son malos.

Levantó la vista del suelo y divisó al muchacho de cabellos castaños oscuros, a quien había estado siguiendo desde hace un buen rato, de hecho lo tenía en la mira desde hace unos tres días, y siempre se veía tan despreocupado que realmente pensó que su suerte iba a cambiar el día de hoy.

Avanzó a paso seguro, siguiéndolo despreocupadamente para no levantar sospechas y espero que tomara el camino de siempre. Una vez lo vio doblando por el callejón que lo llevaría al paradero en el que siempre se detenía a esperar su bus avanzó con rapidez. Ahí lo atraparía.

Se colocó su tapaboca y la capucha en cuestión de segundos sujetando la cuchilla que usualmente servía para asustar a sus víctimas y sonrió.

Llegó a estar a su espalda y se dio cuenta que en realidad eran prácticamente del mismo tamaño, no sería trabajo tan fácil si el muchacho ponía resistencia.

En un movimiento rápido ya tenía su mano izquierda en la boca del castaño y la derecha en su abdomen usando el arma pulsocortante, rozando superficialmente.

— Si te portas bien y no pones resistencia no te pasará nada — su profunda voz cerca de la oreja del castaño resonó casi de una manera tétrica.

Y aunque en ese momento esperaba que el muchacho le entregara la billetera y el teléfono, lo que en realidad ocurrió fue algo completamente inesperado para el peliplatinado.

En cuestión de segundos el castaño había soltado su maleta y frapuccino, sosteniendo la mano con el arma y logrando hacerle una llave sin el mayor esfuerzo, dejando que la navaja cayera lejos de ambos cuerpos.

El muchacho se encontraba en el suelo y con el cuerpo del castaño sentado a horcajadas sobre el suyo, logrando una perfecta llave y manera de inmovilizarlo.

— Creo que hoy no es tu día de suerte — mencionó el castaño, que aún ponía toda su fuerza en dejar al malechor quieto; ya que él solo forcejeaba por soltarse bajo su cuerpo.

De pronto el cuerpo del encapuchado dejó de resistirse y se quedó quieto, observando con sus profundos ojos cada una de las facciones del muchacho al que iba a robar.

A pesar de haber estado una semana tras él, se dio cuenta que nunca le había visto tan de cerca y es que debió darse cuenta antes de lo jodidamente guapo que era ese muchacho.

El castaño al ver que el chico ya no ponía resistencia relajó su agarre y mientras con una mano tenía los brazos del muchacho contra el piso por encima de su cabeza, con la otra decidió revelar el rostro de su atacante.

Increíble fue la sorpresa que se llevó el de cabellos castaños, cuando le saco la capucha y encontró una mota de cabellos casi plateados, un tono muy peculiar y realmente hermoso, casi hipnotizado, acercó su mano al tapabocas del muchacho que se encontraba bajo su cuerpo, descubriendo así la cara más hermosa que él podría jurar había visto nunca.

Ese hombre no era real. De no ser porque lo tenía ante sus ojos y estaba sintiendo la contextura de sus brazos y el calor de su menudo cuerpo, pensaría seriamente que se trataba de uno de esos hologramas que estaban de moda en Japón, uno de los vocaloids.

El ladronzuelo por su parte, no dejaba de ver a su supuesta víctima estando sobre él, sus cejas perfectas, su bonita nariz; e incluso sus labios. Pero en serio que estaba adorando la mirada y sus ojos angelicales.

Luego de que ambos se perdieran en sus miradas, el castaño reaccionó.

— Me voy a levantar en estos momentos, pero te prometo que si intentas huir, te daré una paliza que no olvidaras nunca — advirtió el corpulento muchacho, notando un asentimiento con la cabeza por parte del ladronzuelo.

Tal y como avisó; el muchacho se removió de encima del chico, y lo sujetó rápidamente, simplemente por si trataba de huir en serio.

Una vez los dos estuvieron de pie, JungKook, el castaño sacó su celular del bolsillo; mientras tenía al peliplatinado sujeto con fuerza del brazo.

El otro muchacho soltó un gemido leve de dolor por la posición de su brazo y observaba a su supuesta víctima; su cara se le hacía conocida.

Se quedó en silencio mientras veía como el sujeto hablaba con, lo que él suponía, la policía.

"Verdaderamente ha sido un día de mierda" pensó mientras suspiraba.

El suspiro pesado llamo la atención del castaño; quien lo observo de reojo y por una vez en la vida, decidió hacer algo de lo que esperaba no arrepentirse.

Bajo el teléfono y colgó la llamada, antes de siquiera presentar la denuncia vía teléfono, y denunciar al muchacho.

No entendía muy bien la razón, pero había algo en los ojos vacíos del de cabellos platinados que lo hacía compararle a un perro callejero.

Quizás lo único que esté necesitaba era comprensión o amor, quizás su vida aún no estaba perdida y si él era capaz de cambiarle la vida a alguien sería muy feliz.

Pero todo lo que iba a hacer se estaba basando en un quizás. Y en serio esperaba que por una vez en la vida, no se equivocara en sus decisiones.

— Vamos a hacer un trato — llamo la atención del muchacho, quien levantó la mirada para conectar sus ojos. Perdiéndose ambos por un mini segundo.

— Dime — su fuerte voz lo devolvió a la realidad.

— Yo no voy a decirle a la policía sobre este incidente, con la condición de que tú dejes esta vida — mencionó el muchacho castaño.

— No puedes obligarme a nada — mencionó sintiéndose atacado — nadie me ha dicho nunca cómo vivir mi vida, y tú no vas a venir a hacerlo — dijo ya llegando a la defensiva.

"Un chico problemático" suspiró el castaño y aumentó el agarre en el brazo del chico, sintiéndolo quejarse por el dolor, a manera de que se callara.

— No te estoy obligando, te estoy dando a elegir — mencionó sonriente el chico — ¿tu libertad, o las rejas?; tu elección — concluyó bajando la fuerza en su agarre al notar que probablemente le dejaría lastimado el brazo y esa tampoco era su idea.

El muchacho suspiro y después de debatir mentalmente, terminó por acceder.

El castaño lo soltó por fin y el chico sintió la sangre volver a su mano; suspirando aliviado y sobando el lugar afectado. Se decidió a irse del lugar y cuando dio media vuelta para retirarse sintió la voz de quien había sido su víctima en algún momento, haciendo que se detuviera y volteara a verle.

— ¿Cómo te llamas? — cuestionó.

El chico dudo un momento en decirle o no su nombre; pero terminó cediendo.

— TaeHyung, Kim TaeHyung — respondió y se alejó del callejón — como si fuera a dejarlo — susurro, colocándose nuevamente la capucha y sonriendo — no creo que nos volvamos a ver — concluyó.

Y es que cuando una persona ha vivido tanto tiempo prácticamente en la calle, como lo ha hecho el peliplatinado; y con una abuela enferma y ya casi en sus últimas estancias de vida; la única manera de poder sobrevivir y llevarse algo a la boca de manera fácil, es haciendo su oficio.

*****

Capítulo 1, fin.

Juegos del destino (Vkook/KookV) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora