No recuerdo mucho de mi infancia, mi memoria siempre ha sido mala y eso siempre me ha traido problemas. De las pocas cosas que recuerdo de mi infancia es que nunca se tuvo una buena relación con la demás gente de mi familia, mis primos siempre me molestaban, quitaban mis juguetes y se los llevaban, mis padres nunca supieron de eso por la simple razón de que mis primos amenzaban con golpearme si decía lo que hacían.
Otra de las cosas que recuerdo es que a la edad de 5 años, me regalaron mi primera mascota, un perro llamado Kaiser, de color negro y con una mancha blanca en el centro de su pecho. Con él pasaba jugando todos los días al no tener un amigo con el cual jugar y tampoco juguetes al llevarselos todos mis primos.
Por ese tiempo no tenía amigos en mi escuela, vivia lejos de todos mis compañeros, y mis padres al ser sobreprotectores no dejaban ir a casa de compañeros o a paseos de curso, solo me dejaban temprano en mi escuela y despues me iban a buscar a la hora de salida. Ésto me traía problemas dentro de mi clase, ya que me molestaban por no ser capaz de ir ni a un paseo de curso en el cual daban regalos y se pasaba bien comiendo y jugando. Siempre que se aproximaba uno de estos paseos, no faltaba el que decía: "profesora, no anote a Mileto, él ya sabemos que no irá". Cada vez que encontraban una razón para molestarme la hacían, al igual que mis primos. Si bien tenía una buena relación con todos, igual me hacian esas bromas o me molestaban con casi cualquier cosa, me sentía como un fantasma, a menos que fuera para molestar, ya que yo estaba ahí de los primeros en la lista.
Con mis compañeras no era tan distinto, solo que ellas solo me ignoraban, no hacían nada más. Una vez cuando intenté acercarme a una, lo primero que hizo fue pararse de donde estaba sentada -no recuerdo si fue en clases o en recreo- y se fue a otro lugar. Cuando me comenzó a gustar una compañera yo le dije mediante una carta -mi letra no era muy linda, y ni hablar de dibujos, pero aún así lo hice- , acto seguido mi compañera tomó la carta, la comenzó a leer y después la botó al basurero, se acercó a otro de mis compañeros de los cuales me molestaban más seguido y le dijo: "si, quiero pololear contigo"..... aquella fué la primera vez que lloré de verdad, decidí nunca volver a declararme y esperar que alguien lo hiciera.
Llegando a la casa ese día me sentía muy mal, fuí donde mi perro y me acosté a llorar con él, mis padres ni cuenta se dieron al estar pendientes del trabajo que habían llegado a hacer a la casa.
Cada día después de ese comenzaba igual y terminaba de la misma forma que siempre, la diferencia que antes de dormir lloraba un rato junto a Kaiser, que siempre me acompañaba.
Un día llegaron mis tíos y primos ya que había cena familiar. Mis primos comenzaron a buscar juguetes en mi dormitorio despues de saludar a mis padres, pero no lograron encontrar nada, ya que me habían dejado de regalar porque siempre perdía todo. Mis primos me comenzaron a molestar, pero esta vez con más intensidad. Me llevaron al bosque que había detras de mi casa diciendo a mis padres que querían jugar a las escondidas conmigo. Llegando al bosque me comenzaron a romper la ropa y a golpearme con unos palos -no eran grandes palos y no dolían mucho, pero al ser varios comenzában a doler-. Mi perro me escuchó llorar y llegó corriendo a ver que pasaba.
Primo: Pero que lindo perrito tienes Mileto, ¿me lo regalarías como lo haces con todos tus juguetes?
Yo: No, es mío y de nadie más.......
Mis primos lo tomaron, amarraron y comenzaron a golpear al frente mio
Primo: Bueno, si es así, no será nuestro, pero tampoco será tuyo.
Le amarraron una cuerda al cuello y comenzaron a ahorcar mientras lo golpeaban, intenté salvarlo, pero esta vez el golpe me dejó en el piso inconsciente. Desperté después de una hora, mis primos se habían ido y yo estaba ahí al lado de mi amado perrito, no sabía que hacer, él ya no respiraba, estaba lleno de sangre al igual que yo. Me puse a llorar ahí sin nada más que hacer que llorar y llorar.
De mis primos no supe más a partir de ese día, me sentía debil, de no poder hacer nada para salvarlo, y de no haber dicho las cosas que hacían mis primos conmigo, ni depués de eso pude decirlo, mis padres terminaron averiguando por otro lado, de mi boca no salió ni una palabra.
De ese día dejé de confiar en la gente, en todo, no querer a nadie, mi corazón no podía más a esa edad, lo único que quería era ser feliz.
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Mi loca Vida
RandomUna extraña historia con altos y bajos que puede hacerte reír, llorar o sentir otras cosas, todo esto de la vista de Mileto