Parte única

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Ningún personaje es inventado.

Disclaimer: Ninguno de los personajes que aparecen son de mi autoría, todos pertenecen a la franquicia Digimon y sus respectivos dueños (Toei, Bandai, Akiyoshi Hongo, etc.)

Preciada libertad

I.

— ¡Hey! ¿Estás bien? ¿Estás con vida?

Era realmente pesado abrir sus ojos. Un insoportable pitido la despertaba lentamente. De a poco, parecía que la realidad se le tumbaba sobre el frágil peso de un deteriorado cuerpo. El sol que calcinaba, la arena que se movía sobre un espantoso viento cálido, el recalentamiento de todo su ser y un malestar interno que no sabía exactamente a qué se debía.

— ¿Me oyes?

Y una voz aguda que le perforaba los oídos.

Con dificultad se sentó en la áspera arena. No tenía fuerzas para levantarse, su cuerpo era tan pesado como una armadura. Pero el pitido no cesaba. A duras penas, se percató que provenía de su cintura.

— ¡Mira, reacciona!

Se volvió a la criatura que le hablaba y pegó un grito de quién sabe dónde. Las fuerzas aparecieron de golpe y se puso de pie, agarrándose de una enorme roca para no caer. Parecía un pequeño cactus sin espinas y con una flor rosada en la cabeza. La criatura aquélla tenía algo en su diminuto cuello que brillaba con una intensa luz verde. ¿Era un colgante?

— ¡Te encontré, al fin te encontré!

La cabeza le daba vueltas. Semanas atrás no tenía que preocuparse absolutamente por nada. Pero una noche sintió algo y un movimiento extraño resonó en el centro de su pecho. Algo había cobrado vida. Más de lo usual y, entonces, una amalgama de sensaciones la cubrieron. Entró en pánico cuendo se percató de ello y todos parecían no importarle su situación. Pero, en seguida, unos hombres la agarraron con ferocidad de los brazos y se la llevaron a una recámara.

— ¿Cómo es posible? —refunfuñaba una voz gruesa. Ella estaba acostada en una plancha metálica, fría. Era la primera vez que se daba cuenta, más bien, que era consciente, de las sensaciones—. ¡No lo entiendo! —protestaba—. ¡Anúlalo! ¡Ése programa estaba borrado!

—No del todo, por lo que parece —respondió otra voz grave, aún más baja que la anterior—. Algo lo activó.

— ¡No me importa! ¡Lo apagas!

— ¿Estás bien? Te veo muy mal —declaró la criatura de voz aguda con el colgante.

Se miró las manos... Ah, sí, eso: ¿qué clase de cosa había pasado en su mano derecha? Vio ése dibujo poco después de sentir movimiento en su pecho esa noche.

—Mira cómo brilla —seguía diciendo aquélla cosa que no sabía cómo catalogar.

— ¡Cállate! —explotó ella, asustando a la criatura. Luego de eso, pareció desvanecerse...

II.

— ¿Segura? —preguntó una criatura similar, pero tenía forma de un pequeño lobo de pelaje azul, atigrado, y un sobresaliente cuerno en el centro de su cabeza.

—Brilló, Gabumon, ¡brilló!

Gabumon sonrió.

— ¿Crees que lo que nos dijo Daimon (1) era cierto, Palmon?

—El profesor Daimon nos encargó ésta misión. Cumpliéndola, haremos un mejor mundo.

Palmon y Gabumon eran los nombres otorgados por su creador, el que llamaban como profesor Daimon, Suguru Diamon.

Preciada LibertadWhere stories live. Discover now