16. Trío

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Lo siento, no puedo pensar en un trío :( no me imagino a ellos dos con alguien más so. . . escribí algo super gay


Se observó en el espejo por enésima vez. Sabía que el problema no era el reflejo, el problema era él, estaba demasiado nervioso y le daba igual la ropa que escogiese, nada le iba a parecer suficiente. Suspiró y se recolocó la camisa de nuevo. No estaba tan mal como esperaba.

Antes de salir de casa, se puso la chaqueta y se aseguró de llevarlo todo. ¿El condón en la cartera era demasiado pretencioso? Quizás se estaba haciendo unas ilusiones que no debía.

Salió en dirección al restaurante donde habían quedado, para la cena de antiguos alumnos de la preparatoria. Al principio no estaba muy seguro de querer ir. Al principio. Luego vio que Pete había aceptado la invitación.

Tres años habían pasado. ¡Tres! Y Mike temblaba. Le temblaban las piernas mientras conducía como aquella última vez que se vieron. Se sentía idiota, pero no podía evitar recordar la tarde en la que les dieron los resultados de selectividad.

Los exámenes le habían parecido demasiado fáciles, y las notas no habían sido tan terribles como esperaba. Había invitado a Pete a pasar la tarde en su casa. Quería pasar el máximo tiempo con él. Al día siguiente, Mike se iba de vacaciones y, después, se esfumaría en el ambiente universitario de Denver.

Pero aquel día, Pete estaba raro. Lo sentía tenso en el sofá. Demasiado recto, demasiado tieso, en una postura que parecía más la de un maniquí que la de una persona.

- ¿Te pasa algo? -le preguntó aprovechando un silencio de la película.

-Estoy bien -respondió, pero la última palabra se ahogó en su garganta.

Mike pausó el vídeo y se giró en el sofá para mirarlo de frente.

-Pete, tranquilo -le dijo apretándole con suavidad el hombro-. Has sacado buenas notas, seguro que te dan lugar en alguna buena universidad.

-No es eso -respondió sin mirarlo-. ¿Puedes darle al play? No tengo ganas de hablarlo ahora.

Alargó su brazo para tomar el control, pero Mike lo retiró con cuidado. No sabía qué le pasaba, pero no quería verlo mal. No soportaba verlo mal.

-No seas así. Cuéntame, anda. ¿Qué te pasa? -insistió.

-Me pasa que no quiero irme a la maldita universidad sin hacer esto -respondió y, antes incluso de que Mike pudiese reaccionar, Pete había pegado sus labios a los de él.

Mike no supo cuántos segundos pasaron. Su primer impulso fue separarse, pero había algo ahí, en los labios de Pete, que lo retenía anclado en el sofá. Antes de que pudiese llegar a asimilarlo, Pete se alejó de él y se levantó para irse.

- ¡Espera! - ¿Mike lo había detenido? Observó incrédulo su mano, que sostenía la de Pete impidiéndole marcharse. -Si vas a meterte conmigo o algo así, que sea rápido -dijo con la cabeza baja-. Total, mañana me largo de vacaciones y ya no vas a tener que volver a verme, así que...

Mike detuvo el torrente de palabras con sus labios. Vio cómo Pete abría los ojos, sorprendido, para después cerrarlos, abandonándose a la paz del combate con sus labios. Mike no se había dado cuenta hasta ese instante de lo mucho que había ansiado ese beso.

Mike acarició la espalda de Pete por debajo de la camiseta, y su piel quemó la yema de sus dedos en cada roce. Sus labios ardían, su espalda ardía, sus manos ardían. La piel del gótico era suave como terciopelo, fragante como un rosal marchito, en él se perdía, sintiendo su calidez, paladeando ese sabor que le fascinaba y seducía, como si fuese una fruta dulce el cual su boca disfrutaba; con sutileza acogía las caricias que eran impartidas con pasión. Su sabor alteraba la razón del chico vampiro, que no dejaba de admirar el color de dicha piel, con destellos de luz brillante, que tenía tal amante. Era como si con cada roce le prendiera fuego. Mike se quitó la camiseta para intentar bajar su temperatura, pero Pete se quitó la suya y sólo consiguió avivar las llamas.

-Espera, espera, espera -habló Mike separándose de él un segundo. Su pecho subía y bajaba incapaz de encontrar el ritmo adecuado para poder respirar.

-Lo siento, Mike -dijo Pete, y empezó a levantarse-. No debí haber hecho nada.

-No es eso -Lo retuvo de nuevo a su lado-. ¿Estás seguro de que quieres seguir?

- ¿Lo estás tú?

Mike no lo estaba. No, sobre todo cuando sabía que iba a marcharse. No, cuando estos besos llegaban tan tarde. Pero precisamente por eso no quería desaprovechar ni un segundo más. Sonrió y se inclinó para besarlo. Su cuerpo entero se destensó al contacto de sus labios.

Las manos de Mike bajaron por el pecho de Pete hacia su estómago, Pete sintió esos dedos jugando con el borde de su pantalón. Sabía lo que iba a hacer y, aunque Pete se moría de vergüenza, no quería detenerlo. Para evitar tener que enfrentarse a sus ojos, lo besó de nuevo. Y la mano de Mike aprovechó ese resquicio carente de miradas para introducirse bajo la ropa interior de Pete. Mike llevó su mano hasta la entrepierna de Pete y sintió la presión de su miembro apretado contra el pantalón. Sin dejar de besarlo, le quitó el botón y le bajó la cremallera. Se sentía torpe con una sola mano, pero también se habría sentido torpe con ambas. Mike besó el cuello de Pete y su clavícula, y bajó dejando atrás tantos besos como sus labios podían dar. Se detuvo un instante, azorado, en su ombligo. Un aroma fuerte se desprendía de sus calzoncillos y no pudo evitar observar la pequeña mancha de presemen que ya se adivinaba en ellos.

Bajó su ropa interior y rodeó su miembro con sus labios. Lo escuchó gemir y aquello le dio ánimos para seguir. Mike se quitó los pantalones y empezó a masturbarse mientras sentía aquella erección en su boca.

-Para un segundo, Mike-habló Pete sosteniéndolo de la barbilla para subirlo a sus labios. Pete lo hizo sentarse en el sofá y se puso de rodillas ante él. Sus manos temblaban. Sus ojos rehuían de la mirada de Mike y él moría de nervios en aquella situación tan nueva.

Mike arqueó la espalda de manera inconsciente y se dejó llevar. Jugó con sus manos en el pelo negro de Pete y dirigió con delicadeza el ritmo con el que se acercaba y se alejaba de él. El brazo de Pete rozaba su pierna con un ritmo acelerado mientras se masturbaba y aquello excitaba a Mike de una manera incomprensible.

Apartó a Pete de su erección y lo sentó junto a él. Necesitaba sus labios, necesitaba ver cómo se masturbaba a su lado. Mike sostuvo el miembro contrario y dejó su mano subiendo y bajando a un ritmo endiablado. Los labios de Pete se presionaban a los de Mike en un gemido ahogado mientras sus piernas se estiraban en un espasmo involuntario.

Mike sabía lo que iba a pasar y quería verlo; por lo que sostuvo la nuca de Pete para que sus labios no se separasen y abrir los ojos para contemplar cómo se derramaba sobre su piel desnuda. Parte del semen de Pete cayó sobre el brazo de Mike, ambos continuaban con los labios pegados. El calor que desprendían terminó de hacerlo arder hasta estallar a Mike un segundo más tarde.

Aquella tarde no vieron la película de los viernes. Ni tampoco salieron con el resto de amigos. Se quedaron ahí, en casa de Mike, comiéndose a besos hasta la noche. Cuando iba a marcharse lo detuvo en la puerta:

-Aunque me vaya, seguiremos en contacto, ¿verdad?

-Hablaremos por internet a diario -le prometió Pete. - No voy a olvidarme de ti, Mike.

- ¿Por qué no me besaste antes? -Preguntó con un enfado fingido y besó sus labios de nuevo-. Prométeme que nos volveremos a ver.

-Prometido.

Pero aquella promesa no llegó a cumplirse. Era cierto que hablaban mucho. Al principio. Pero después la universidad de cada uno fue robando su tiempo. Y, poco a poco, dejaron de hablar. Hasta ese día.

Mike esperó en la puerta del restaurante, nervioso ante la perspectiva de volverse a ver.

- ¿Mike? -escuchó una voz a su espalda erizándole cada porción de piel de su cuerpo. Giró para contemplar al dueño de la voz y allí estaba, Pete. Con su mismo cabello negro corto mal peinado. Un poco más mayor, un poco más guapo. Pero era el mismo Pete que lo había besado en el sofá aquella tarde-. Te prometí que volveríamos a vernos.

Kinktober EdF - [Mike x Pete (Pike)] Gothween🎃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora