Capítulo 2.
Sean
Sean caminaba rápido por entre las callejuelas mientras los efectos del alcohol hacían de las suyas en su organismo haciéndole tambalear. La noche había sido movida para él, a mitad de ésta y llevando ya unas copas de más se había puesto a ligar con una rusa de ojos verdes y melena rubia, y su novio o lo que parecía serlo le había roto la ceja, y por más que hizo para evitarlo había terminado peleándose con él en la salida del antro en el que estaba, a los pocos minutos de haber empezado el rife-rafe entre los dos jóvenes, el sonido de un coche de patrulla lo había llevado a desenzarzase rápidamente y salir pitando de ahí, lo menos que quería era más líos con la justicia.
La cabeza del exdrogadicto daba vueltas y más vueltas, no recordaba haber bebido tanto para terminar así y mucho menos se había metido nada, con lo cual asoció el mal cuerpo con el subidón de adrenalina. Estos días para él habían sido bastante movidos, asi que aquella noche había decidido salir de aquel barrio lleno de ratas para dar una vuelta y despejarse, pero como de costumbre los planes no salían tal y como él los planeaba.
Los ojos se le cerraban poco a poco y aún quedaba un buen trecho para llegar a su casa, daba grandes zancadas y avanzaba lo más rápido que su ebriedad le permetía por momentos. Un sonido de unos pasos en su espalda le devolvieron a la realidad, instintivamente giró la cabeza para ver qué era lo que andaba con tanto ritmo a esas horas de la madrugada, la imagen borrosa de una chica llenó sus pupilas, si esa chica le hubiese pillado unos años más atrás quizás se hubiese llevado un buen susto porque le hubiese robado hasta los zapatos, aunque la fémina no parecía ser la típica pija a la que le sobraba el dinero, y eso se podía ver a leguas, iba con unos vaqueros rotos y sucios abajo al final del tobillo llenos de barro o lo que fuese eso que culminaba la basta, calzaba unos zapatos deportivos gastados y un chaquetón que pudiera habérselo encontrado más bien en la primera basura que hubiera visto.
Cuando la chica alcanzó a Sean se paró durante un par de segundos a su altura, abrió los ojos lo más que pudo y se tiró a los brazos del hombre.
—¡Cabrón!—Fue lo primero que profirieron sus labios resecos al romper el contacto físico que pudo interpretarse como un cariñoso abrazo rudo.
Sean intentó aclarar la vista lo más que pudo, y cuando sus ojos se toparon con esas malditas pecas, el corazón le saltó en un brinco. Malditas pecas y maldita ella.
—¡Charlie!—El joven la agarro en volandas y la meneó entre sus brazos hasta que un puñetazo en su espalda impactó lo suficientemente fuerte como para que entendiese que debía ponerla en tierra ya.—Dios chica, cuánto has crecido, mírate—le revolvía el pelo sin parar de un lado a otro.—¡si hasta tienes tetas y todo!—Dijo posando sus ojos en el pequeño pecho de la muchacha.
Otro puñetazo rompió la respiración de Sean durante un par de segundos en su pecho. Las fuertes carcajadas del joven se podían oír a kilómetros de ahí. Sin duda la vida da muchas vueltas, y para vueltas las que hubieron haber dado los dos para encontrarse tres años años después a un montón de kilómetros de la última vez que se vieron.
—Tú eres gilipollas y que me lo digan a mí si no.—Dijo ella con un leve rubor en las mejillas y una sonrisa en el rostro.—Aunque debo decirte que lo tuyo va a peor, no tengo piropos para ti, se ve que la vida te maltrata...
Una carcajada mayor fuerte que las otras rompió en la garganta de Sean.
—No has cambiado nada Charlie—negó con la cabeza sonriendo.—¿qué tal te va todo?—Se rascó la ceja herida.
—Va ¿y a ti?—Intentó cambiar de tema lo más rápido posible— ¿Por qué te fuiste así de la nada y no le dijiste nada a nadie?—Tiró de él para sentarse en un bordillo cerca.—No veas cómo se puso Mike cuando se enteró de que te habías ido y no le habías devuelto la pasta que le debías.
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HIVER
Novela JuvenilEn los más oscuros corazones de los que habitan los suburbios de Seattle también se esconden pequeños rayos de luz que poco a poco, y con mucho esfuerzo van abriéndose paso en esta historia. Amor, odio, envidia, celos, dolor, alegría... son un puña...