1.- La Caida

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Christina ya había cruzado la mitad del camino hacia el despacho del director, minutos antes se encontraba en la sala de espera, junto a la secretaria del señor Mc. Halloran, la muy desgraciada no paraba de comer chicle con la boca abierta, haciendo muecas raras y disgustantes, ( era una escena muy bizarra ) Christa sintió la necesidad de abalanzarse sobre ella y golpearla asta que botara el maldito chicle, cualquiera pudo haberse sentido de esa manera después de estar sentada mas de dos horas y media al lado de una mujer esquelética, rubia y presumida, segundos antes de que christa perdiera los estribos la secretaria llamo a su apellido con una voz gangosa estereotipada como las de películas sobre rubias tontas, señora Ribialle pase usted, christa se levanto triunfante, pero no sin antes acercarse al lado de la secretaria y decirle al oído:

- Le harías un favor a todos si dejaras de masticar ese chicle como si fueras una vaca comiendo pasto.

La secretaria alzo sus lentes un poco para mirar a la chica, la miro unos segundos, bajo los lentes y siguió comiendo chicle, pero no sin antes decirle, metete en tus asuntos “piojosa”, Christa se sintió indignada, su rostro estaba rojo entre ruborizado y furiosa, levanto las manos y fuertemente golpeo la mesa en que la secretaria tenia amontonados y ordenados todos los papeles, ( no pudo evitar botar algunos al piso ) estuvo a punto de golpearla pero se percato de que todas las miradas de la sala de espera recaían sobre ella, se detuvo y le volvió a decir al oído.

- vuélveme a decir “piojosa” y te juro por mis motas, que te golpeo esa boca de vaca que tienes.

Al decir esto se retiro de la sala de espera con la vista en frente, de camino al despacho del director Halloran, Christa pudo escuchar como la llamaban piojosa nuevamente, pero esta ves se limito a cerrar sus puños con fuerza e ignorar lo que la chica dijo.

Por unos momentos pensó,( ¿ por que estoy aquí ?) ella sabia muy bien por que estaba ahí, lo tenia muy claro pero aun así trataba de olvidárlo, trataba de pensar que esa no era la razón exacta por la que el director Halloran la había llamado, daba igual cual fuera la razón si Mc. Halloran llamaba significaban problemas y nadie quería problemas con su trabajo.

Christa ya llevaba 9 años con la editorial “ELLIE-BORACE”, la cual se concentraba mas en relatos, historias, cuentos, “libros”, que fueran de terror, suspenso o incluso drama.

Resulta que en los últimos 3 o 4 años la famosa escritora Christina Ribialle, que prefería dejarse en las siglas C.R o sobrenombres por el estilo, había decaído con sus escrituras a un nivel tan bajo de no poder vender si quiera un millón de copias, que era lo que habitualmente vendía, ella sabia demasiado bien por que la “escritora”, por que ella había decaído tanto en este tiempo, toda la razón, toda la “puta” culpa ( como decía ella ) era de la maldita ciudad, en cada esquina había un problema diferente; su hermana la religiosa, su padre el alcohólico, su novia la “celópata”, las amigas pretenciosas y todos los demás. En su mente se sostuvo la idea, ( antes de que me despidan renunciare yo ), luego pensó que si hubiera deseado cambiarse de editorial fácilmente lo habría echo, pero que otra editorial mas, que la le ofrecio sus puertas abiertas permitiría ocultar su identidad tan aceptablemente.

Se recordó a los 17 años, parada en frente de una persona en la que en ese entonces no le parecía tan anciana como la de ahora, arrodillado al frente de ella estaba Halloran suplicándole que lo salvara de ese gran agujero llamado “bancarrota”, - VAMOS tengo esposa e hijos, una maldita familia que mantener no me hagas esto, por favor eres mi ultimo recurso, eres la luz que ilumina mi maldito camino-, en ese entonces la editorial “ ELLIE-BORACE”no era tan conocida por albergar a la escritora anónima la “escritora del siglo” era mas bien conocida por albergar ancianos decrépitos que hablaban sobre filosofía sin siquiera conocer sus propias vidas al derecho o al revés, seamos sinceros a nadie le interesaba conocer la vida de un tal “Gregory Malachai” de 80 años de edad. Christa no podía decidir entre 2 editoriales distintas que querían depender de su trabajo, por un lado una ofrecía un poco mas de paga y por otra un viejo conocido de su padre le pedía ayuda suplicante para salir de la “bancarrota”. Christa se dijo ( un día se arrodillo ante mi y ahora posiblemente yo me arrodille ante usted, ( malditas vueltas de la vida ) pensó.

Debris HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora