PRÓLOGO

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- Error... - Susurró el pequeño pintor, inmóvil en su lugar, conmovido por lo que sus ojos veían y emocionado por lo que sus oídos escuchaban.

El supuestamente intimidante y temible Destructor se encontraba de pie en frente de él, con la apariencia más inofensiva y tierna que pudo haber imaginado.

Tenía un semblante serio, firme, pero el sonrojo que atacaba su rostro y el leve temblor que se adueñaba de su cuerpo demostraban lo nervioso que estaba.

No era capaz de verlo directo a los ojos, le miraba de reojo, y sólo podía, avergonzado, extenderle cerca el obsequio que tenía entre sus manos, permitiendo que este hablara por él mismo.

El enorme y bien decorado ramo de coloridas flores se veía hermoso, pero más hermoso eran las palabras que las azules flores que le encabezaban repetían sin parar.

Eres tan malditamente lindo.

No sales de mi cabeza, idiota.

¿Por qué tus ojos son tan jodidamente hermosos?

Creo que me gustas.

Eres tan tierno, tan dulce.

Le traes alegría a mi alma cada vez que estas conmigo.

Tu torpeza y mala memoria son tan adorables.

Lograste hacer que mi alma se sienta cálida e inquieta cada vez que te veo.

Te quiero.

Ink, me gustas.

Su vista comenzó a nublarse, lágrimas de emoción eran las culpables, y sintió como el calor invadía de golpe sus mejillas.

Paseó su vista de las bellísimas flores al encantador rostro de su enamorado una y otra vez, sin poder terminar de creérselo.

Una enorme y radiante sonrisa se dibujó en su rostro. Los viales de su cinturón comenzaron a brillar sin control, reflejando que incluso sin un alma y rompiendo las supersticiones respecto a él, estaba sintiendo, estaba experimentando en su interior una tormenta de sentimientos encontrados.

Asombro, ilusión, alegría, confusión, sorpresa, ternura, temor, esperanza. Amor.

Estaba anonadado. El esqueleto en frente suyo se le estaba confesando, le estaba diciendo las palabras que incluso en sus fantasías pudo haber imaginado tan hermosas y sinceras.

Él. Error. Su contrario. Quien le decía que no lo veía ni podría verlo como un amigo... y ahora sabía el por qué.

Una que otra lágrima se escapó de sus cuencas y se deslizó por su rostro.

Él. Error. Su contrario. Quien desde hace un buen tiempo se había adueñado de sus pensamientos, de sus sueños. Quien pudo despertar el poder sentir dentro de él y quien le abrió los ojos al respecto a su vida, que no debía de seguir ciegamente los caprichos de alguien como su creadora o los fans, que podía hacer lo que quisiera sin preocuparse de seguir un libreto o parecido... se le estaba confesando.

Se le estaba declarando, sin el más mínimo aire de mofa, y aquello sólo podía significar una cosa: era correspondido.

- ¿Ink...?

Tras escuchar su voz, volvió a sus cinco sentidos. Se había sumergido complemente en sus pensamientos y emociones, que no se había percatado de qué es lo que ocurría a su alrededor.

Secó sus lágrimas. Buscó y en seguida encontró los ojos de su amado, este le miraba preocupadamente serio; esto debido a que Error al no ver reacción alguna de su parte, temió que lo tomara como una simple broma o que se terminara burlando de él, y necesitaba saber qué tenía que decir ante la acción que necesitó toda su fuerza de voluntad y valentía.

- Ink. Por favor, haz o di algo.

Sin embargo, no podía reaccionar. Se quedó hipnotizado ante la penetrante mirada ajena como a la vez cohibido ante ella. No podía encontrar su voz de pronto.

Siguió en silencio, lo cual fue malinterpretado por el Destructor y con un dolor en el alma decidió impedir que lo humillara más aún.

- Escucha. Si te vas a reír o a burlarte de mí...

- Error. - Le interrumpió firme.

Se acercó lento, sin mirarlo pero con una permanente sonrisilla dibujada en el rostro y tomó el regalo de las manos impropias, dejando a su contrario confundido.

Apreció las flores un poco y abrazó suavemente el ramo. Notó que el mensaje de las flores eco se había borrado, pero decidió no prestarle mayor intención; ya había escuchado más que suficiente.

Volvió a ver a los ojos al mayor y se acercó más a él. Sabía de su fobia, por lo que tomó una de esas flores azules y le susurró, para después besarla y dársela al moreno.

Este hiba a hablar pero cuando escuchó el mensaje, guardó silencio mientras sonreía bobamente.

Tu también me gustas.

Ink jugó con el presente, sin dejar se mirarle con un toque de tierna travesura; esperando una reacción de su parte.

- Bueno... ¿Y ahora qué?- Claro, su paciencia nunca fue la mejor.

El Destructor le miró con dulzura y negó divertido con la cabeza.

- Por mi parte... - puso sus dientes delicadamente en el mismo lugar de la flor que Ink besó anteriormente. - opino que ser novios es algo mucho más que tentador y adecuado para nuestra situación. Y estoy más que dispuesto a intentarlo, ¿Y tú?

El sonrojo del pintor empeoró con aquella acción que a sus ojos fue tan atrevida como dulce.

- S-Sí... o-opino lo mismo. - A como pudo le respondió en un suave murmullo, intentando esconderse en su bufanda.- ¿Novios?

- Novios, heh. Ni te imaginas la felicidad que siento ahora. - Error rió y se rascó un poco la nuca con cierto nerviosismo como a la vez con profundo alivio de ser correspondido.

- Créeme... lo sé muy bien. - Un suspiro se le escapó, mientras con una mano mantenía a salvo el ramo y con la otra se tocaba el pecho.

Se sentía cálido, como nunca antes, y aquella sensación le fascinó a Ink. Claro, casi tanto como el pensar que estar al lado de Error se lo generaba en primer lugar.

Amplió su sonrisa ante tanto sus pensamientos como lo que veía hacer al moreno. Este arrancaba con cuidado uno de los enormes pétalos de la flor eco y se agachó para estar a su altura.

Le mostró el pétalo y el Guardián se mostró tímido, pues ya tenía una idea de qué es lo que haría.

Y no se equivocó. Error primero le preguntó con la mirada si le permitía seguir y él asintió, para luego sentir como le acariaba lentamente los dientes con el pétalo, para acto seguido posarlo sobre estos.

Vió como su ahora reciente pareja se le comenzó a acercar con prudencia y en de un segundo a otro, este le daba un sutil choque de dientes por sobre el azulado pétalo.

Se sintió derretir.

Esto era tan dulce y hermoso como en esas novelas de amor que a diario leía. O incluso más.

¿Por qué? Bueno, pues para él, este podría ser perfectamente el comienzo del cuento de hadas que siempre deseó, teniendose a él mismo y a Error como los felices y enamorados protagonistas.

Esa idea le encantaba. Y con ella en mente, se dejó llevar y besar por su novio, por su príncipe azul, otro poco más.

(...)
E

L QUIEBRE DE MI FANTASÍA

EL QUIEBRE DE MI FANTASÍA [#10]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora