El ave y yo.

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Yo conocí a una ave, está revoloteaba cerca de los árboles, recogía ramitas y comía pequeñas semillas.

Esta ave era encantadora, sus finas plumas se balanceaban en el aire junto con ella, casi como si danzarán.

Un día me acerque a ella y le di un poco de alimento, no la quería para mí mismo, solo la quería ver más de cerca.

Los días pasaban y yo seguía viendo al ave desde lejos, nunca se me cruzo por la mente capturarla, nunca.

El ave se acercaba a mi de vez en cuando, se me hizo costumbre tenerla cerca.

Un día el ave no apareció, tal vez voló un poco más lejos hoy.

Al día siguiente regreso, ahora volaba más alto.

Seguirla con la mirada dolía, por un lado el sol lástima mi vista y el solo hecho de verla me lástima a mi.

Le hice una pequeña casa para aves, nunca la uso.

Pinte la casita de aves para ver si le gustaba, más nunca le interesó.

Seguí llendo diario a verla, a veces estaba y a veces no.

Un día el ave se acercó a mí, se posó en mi hombro y canto.

Desde ese día esperaba que el ave repitiera su canto, más jamás lo volví a escuchar.

El tiempo paso y el invierno regreso, el frío era insoportable.

La pequeña ave se fue hacia el sur, yo me quedé a esperarla.

Paso la estación de frío y regreso la primavera, pero el ave nunca volvió.

La espere por un año, pero el ave no regreso.

La espere otro año más, pero la espera empezó a doler.

Ahora me doy cuenta de que el ave es libre, ahora yo también lo soy.

No importa si el ave no vuelve, por qué yo no la esperaría.

Así yo también me fui al sur, nunca volví.

El ave y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora