único

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estamos condenados a ser pecadores, en la vida y en el amor

Nuestras vidas seguramente están diseñadas para pecar, para amar y respetar. Nadie se escapa del pecado ni mucho menos de la muerte y la locura, cosas que tienen que pasar en nuestras vidas si o si. Otras veces, estamos destinados a ser alguien y tener un gran futuro, ser millonarios y otros con buen equivalente bancario. Pero este no es el caso de JungKook.

Había entrado a un psicólogo hace unos cinco años atrás. Su trastorno era algo normal pero nunca en dos partes, pues, sufría de esquizofrenia y bipolaridad, y eso lo hicieron un hombre demasiado peligroso, siendo encerrado por tres años en una habitación en blanco, con pastillas que podía sentir que no hacían nada en su cuerpo.

Su familia se marchó, lo dejo solo en aquel hospital con solamente dolor y ardor en su pecho haciendo que sus síntomas empeoraran aún mas, deteniéndolas otras tres veces mas. Podía sentir que el nunca saldría de aquel lugar frío.

Nunca saldrás, te pudrirás aquí solo.

Le decía aquella voz en su mente, haciendo que jalara su cabello y gritara tan fuerte desgarrando su garganta. Siendo adormecido bruscamente por gente que no tenían ni la menor amabilidad con el.

Vas a morir solo, feo y loco. Por que eso es lo que eres, un loco.

Le decía aquella voz en su cabeza dándole vueltas a su muy desubicada cabeza. Gritaba, lloraba. Golpeaba las paredes y rasguñaba a las personas que estaban cerca cuando su bipolaridad se hacia presente.

El trastorno bipolar es un tipo de enfermedad mental caracterizado por la alternancia entre dos polos emocionales opuestos, manía (o hipomanía si los síntomas son menores) y de depresión. también, La esquizofrenia es un grupo de trastornos psiquiátricos graves que, al contrario de lo que mucha gente cree, no tienen por qué parecerse entre sí.

JungKook estaba consciente de lo que sufría, y claro que aveces, aproximadamente unas horas podía estar acostado en aquella cama y sentir paz, para luego volver a escuchar su cabeza siendo amortiguada. Grita, se encoge y suplica.

Nadie hace nada.

Solamente los calmantes eran su única compañía, los doctores nunca fueron amables o siquiera lo miraban como alguien normal -que por ende, no lo es del todo-

Pero todo cambio cuando apareció él.

Aquel chico de cabello negro y una personalidad algo fría le hizo sentir algo dentro de su doloroso corazón, podía sentir como se sonrojaba cada vez que él llegaba a visitarlo y darle como se debía aquellas pastillas que, sorpresivamente el se tomaba fácilmente.

Buenos días, JungKook. Decía él con una sonrisa a medias, entregándole las pastillas y haciendo una clase de preguntas que el respondía con normalidad. Min YoonGi, por otro lado, había elegido específicamente aquella sala por la manera en que veía su mirada, triste y cansada.

Se colocaba en las madrugadas a vigilar a través de las cámaras, el chico de cabello marrón se enrollaba en sí y lloraba, podía decirse que sentía algo de remordimiento por aquel chico llamado JungKook. Podía notar el sonrojo que él le daba cada vez que le sonreía. lo sabía, y lo hacia intencional. Los doctores de las salas lo felicitaban a diario, la manera en que JungKook tomaba su pastillas y pasaba unos minutos sin gritar era muy bueno.

VOLVIENDO AL PRESENTE

—¿Como has estado hoy? —pregunto Min YoonGi, sonriendole y dejando en la mesita de noche los calmantes, JungKook se incorporo y rasco sus ojos. Sintiendo como ardían cuando hacia esta acción.

the end + yoonkook; o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora