Para mí, las palabras llegan y se van, como el viento. No trato de que esto suene como poesía, sin embargo; las palabras y lo que sentimos hacen que esto pase. A veces las extraño, a las palabras, me refiero. Estoy vacía y floto a la deriva sin ellas. Cuando no me susurran cosas al oído puedo vivir normalmente: un día de clases, una charla con un amigo, comidas llenas de sonrisas, pero debajo de todo está el deseo ardiente de tomar frases y apretarlas contra mi pecho para que jamás huyan... Las extraño en los días felices.
Las palabras me ponen triste pero las adoro y quiero que sean una constante en mi vida, no me importa el precio a pagar, sólo deseo paz a su lado. ¿Es irónico que estar triste me dé paz? ¿Es esto estar loco? Últimamente pienso que sí. Me gusta serlo. Las palabras danzan a mi alrededor en un torbellino cuando es así.
Siento que las amo tanto que se aterran y corren a esconderse, aunque con ellas soy fuerte, soy invencible, no estoy sola. Me entienden.
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Notas simples
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