Te vi.
Como todos los días me esperabas bajo la sombra de aquel viejo árbol que conocía más de uno de nuestros secretos.
Al acercarme me sonreíste; no pude evitar devolverte el gesto.
Al llegar frente a ti me recibiste con un gran abrazo de buenos días, de inmediato te respondí pegándome a tu cuerpo y disfrutando de tu olor tan varonil; acunandome y protegiéndome en tus brazos tan familiares, que para este punto se habían vuelto mi hogar.
Después de un momento me separé de ti y pude ver que tus ojos tenían un brillo especial; algo diferente.
Habías sido mi mejor amigo desde que tengo memoria y ese brillo solo aparecía cuando algo te hacía verdaderamente feliz, así que te mire fijamente dándote a entender que empezarás a hablar.
Asi que mientras caminábamos a la escuela intentabas distraerme, decirme que no pasaba nada, pero yo te conocía perfectamente tanto como tú a mí por lo cual no te deje escapar.
Ya casi entrando al colegio decidiste hablar y entonces lo dijiste.
–¡Estoy enamorado!–
Y sin saber por qué me quede en shock y con el corazón contraído.
Entonces el timbre sonó, me diste un corto beso en la mejilla y te alejaste con una gran sonrisa.
NOTA DE LA AUTORA:
Gracias por darle una oportunidad a esta historia.
Si te vas a quedar, te amo con todo mí desastroso ser.
«Te mando muchos besos de mejores amigos»
Yareli Rodríguez
ESTÁS LEYENDO
ÉL
Short StoryElla no sabía si era lo correcto, pero de nuevo, él la volvió a sorprender. Solo sabían que: Cuando el corazón manda, la vida toma otro sentido.