DIEZ

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Tus piernas se mesen al compás; mostrando tu nerviosismo.

Estas pensativo.

Camino hasta mi cama donde estas recostado.

Al sentir mi paso en el colchón te incorporas y cruzas las piernas.

Estamos solos.

Es mejor que te lo diga antes de que el nudo en mi garganta se haga peor.

– Tengo que contarte algo.

Mi voz sale casi en un susurro pero aún así logras escucharme.

– Yo...

– ¡Espera! Tengo que decirte algo primero, porque se que si no lo hago ahora no podré hacerlo después.

Me quedo en silencio esperando a que continúes. No me atrevo a reclamarte que me hayas interrumpido por que debe ser importante para ti lo que tengas que decirme, sino no lo hubieras hecho.

Si ya te he escuchado tantas veces, que importa una más.

– ¿Recuerdas cuando te dije que aún no era tiempo de declararme con la chica que me gusta?.

Solo logro asentir con la cabeza.

– Pues ya es tiempo. Se lo diré.

Tu voz pintada de emoción hace que el nudo en mi garganta me asfixie y las lágrimas amenazen con salir.

Miró a cualquier parte que no sean tus ojos pues ese brillo tan lindo que tienen solo lo hace peor.

Tus labios se acercan lentamente a mi oído, y dulcemente susurran:

– Te amo.










NOTA DE LA AUTORA:

¡Gracias de nuevo por darle una oportunidad a está pequeña historia!.

Agradezco que hayas llegado hasta aquí.

De verdad que te has ganado mi corazón. Fue un placer compartir estas letras contigo.

Espero que la disfrutaras tanto como yo.

¡Un beso de mejores amigos!.

 

Yare R. López

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