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Maldita sea mi desgracia, que decidió acumularse en un punto de mi vida y estallar en mi cara para que todo aquello que construí fuera mandado al carajo. Maldita sea mi arrogancia que creyó nunca tener dificultades en la vida. Maldita sea mi mente prodigiosa e inteligencia, culpables de llenarme el ego hacia las nubes.

Y maldito sea aquel chico que al verle destrozado, mi alma piadosa decidió devolverlo a la vida.

Aunque para que lo culpo a él, y todo aquello fue meramente mi problema.

Aquella noche en mi consultorio, donde cada fibra de mi cuerpo gritaba por un respiro y un buen merecido descanso, fue la noche en la que mi mundo dio un giro inesperado.

Me encontraba en el quirófano, con dos personas rozando los fríos brazos de la muerte esperando a que alguien los jalara de vuelta al mundo.

A la derecha, un hombre importante según habían dicho los hombres trajeados de fuera, y un narco, según la enfermera.

A mi izquierda, un chico de mi edad, si mal no calculo, de cabello rubio entintando con sangre que brotaba de millones de cortadas en su rostro.

¡Maldito sea mi instinto justiciero! La gente siempre busca hacer la buena obra del día en la mínima oportunidad que encuentren por el camino. Y déjame decirte, estupido YoonGi del pasado, que si quisieras describir aquella elección como mínima, estabas extremadamente equivocado.

Para no extenderme más, al chico fue al que atendí primero, con la excusa de estar en mayor peligro comparado con el mafioso, aunque hubiera sido completamente lo contrario. Y a causa de esto deje morir al hombre en su agonizante estado. Por que se lo merecía, según yo.

Con mi cabeza en alto por mi "humilde" acción, seguí operando al menor. Cuando finalice, no habían pasado más de 20 minutos cuando este abrió los ojos, adolorido. Sorprendido y con la mirada vagando en cada punto de la habitación, su pulso aumentó y me miró, muy pálido.

— ¿Qué me sucedió? ¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí? — aventaba sus preguntas a mi cara y yo, simplemente le sonreía.

— Acabe de traerte de nuevo a la vida, cariño — me senté a su lado para limpiarle el rostro de nuevo, aquella cortada en su mejilla seguía sangrando.

— ¿Por qué? — preguntó con ojos vidriosos — ¿Dónde esta el médico?

— Estás sentado frente a él — dije con el ego en las nubes.

— ¿Es enserio? — Me examinó de pies a cabeza con aquellos ojitos como navajas — Gracias.

— No parezco un médico ¿verdad? — Adoraba sacar aquel tema en una conversación, porque sentía que era el mejor de todos — Lo sé, lo sé, tengo apenas veinte años — Le dije sin dejarlo continuar.

El rubio ya no habló, y yo, extrañado, lo dejé.

Quien diría que aquel pequeñín sería la causa de todos mis problemas.

Monster ;; YoonMin/JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora