Monster ;; YoonMin/Jimsu

3

Con un pequeño-gran sabor de boca, seguí caminando por los pasillos del hospital. Con mi mano en el bolsillo de la bata, jugueteaba con el papelito muy ansioso. Lo movía de un lado a otro, lo doblaba y lo apretaba lleno de inconformidad por alguna extraña razón. Decidí volver a sácalo y examinarlo mejor. El papelito, apenas más grande que la palma de mi mano, estaba manchado de tinta color rojo.

"Le debo la vida doctor, déjeme agradecerle..."

Por alguna razón un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Miré hacia atrás al sentir unos ojos posados en mi nuca, pero no había nadie. Miré al otro lado y solo habían enfermeras corriendo de aquí a allá, como lo habitual.

¿Qué demonios?

Respiré hondo. Mis nervios bajaron y simplemente me convencí a mi mismo de que aquello fue una simple causa de mi cansancio.

La puerta mi despacho se acercaba lentamente, tentadora. Planeaba encerrarme dentro, tumbarme en el suelo alfombrado y tomar una merecida siesta, pero el destino parecía odiarme.

Además del pitido que escuchaba al entrar a mi despacho, la luz de el gran ventanal estaba más fatal que nunca, y una de las enfermeras había entrado, desesperada.

— ¡Doctor Min! — Me gritó violentamente, con su cabello alborotado y su blusa desabotonada, dejando gran parte de su pecho descubierto — ¡DOCTOR MIN, AYÚDEME! — gritó aterrorizada.

La mire sorprendido, y después de unos momentos de inutilidad donde quede paralizado. Me acerque a la mujer que no podía mantenerse quieta y la sujete de los hombros, para verla al rostro — ¿¡Qué sucede!? — Dije asustado por su terrible expresión, sus ojos llenos de lágrimas y rojísimos, maquillaje corrido y completamente desfigurada por el miedo.

Mi piel se volvió de gallina al escuchar un vidrio romperse. Girar mi cabeza fue inútil, mi mejilla fue entintada de rojo.

Y hubo un silencio terrible que me consumía. No quería voltear, no quería apartar mi mirada del edificio de enfrente. Pero lo que vi de reojo fue suficiente.

La mujer estaba muerta.

De un hueco que recorría toda su cabeza la sangre brotó como cascadas. Sus ojos quedaron en blanco y de su boca expulsó extraños líquidos con sangre, manchando mi bata y parte de mi rostro.

Quieto. No pude hacer nada.

Taconazos y murmullos se acercaban por el pasillo. Todos los ojos se quedaron fijos sobre mi y el cuerpo, que ahora descansaba en mi pecho. Fueron varios los que hacían ver su sorpresa mediante sonidos, mientras que otros apartaban su mirada al segundo.

Pasaron segundos enormes cuando una autoridad llegó a la habitación. El doctor en jefe, Wolfhard Linge, quedó paralizado. Sus severos ojos, clavados terroríficamente sobre mi, donde no pude descubrir lo que me querían decir, un cóctel de miedo, enfado y el no poder respirar.

El mayor gritó unas palabras a los demás, las cuales no me importaron en lo absoluto.

Ya nada importaba, estaba igual de muerto que la mujer sobre mi.

— ¿Es usted consiente de lo sucedido? — Dijo mientras acariciaba su mentón. Mientras yo seguía con la vista en el suelo, donde antes se encontraba el cadáver de la enfermera.

— Claro que si, doctor Wolfhard — dije sin salir de mi sombria y monotona voz — Claro que si...— reafirmé.

— ¿Sabe usted de las consecuencias de esto, verdad? — Levanté la mirada después de mucho tiempo.

— ¿Consecuencias? — Dije confundido — ¿Consecuencias hacia mi?

Wolfhard asintió, y añadió — Estás despedido.

Mi mandíbula cayó al suelo, y una rabia incontrolable recorrió desde el dedo meñique de mi pie hasta cada hebra de mi cabello — ¡Yo no tuve la culpa de nada! — mis puños imaginariamente se alzaron al aire, y deseé ahí mismo poder ahorcarlo.

— Lo sé YoonGi, lo sé... — dijo mientras deslizaba las gafas fuera de su rostro — Pero no podemos arriesgarnos a tenerte aquí — Miró mi rostro confundido, y aclaró — Te lo resumo, la mafia del hombre que dejaste morir amenazó en torturarte y asesinarte... y tenemos miedo de que eso se expanda a todo el personal... — dijo severo.

— ¿Cómo lo sabe? — dije con mi mandíbula temblorosa.

Wolfhard alzó sus hombros, suspiró y me miró a los ojos — Eso, a ti no te incumbe.