Capítulo 5

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La primera semana de Aitana tras volver de San Francisco fue demasiado ajetreada.

Después de la fiesta en la que se reencontró con todos su amigos de Operación Triunfo cogió el AVE dirección a Barcelona para visitar a sus padres. Su estancia en la gran ciudad duró más de lo esperado porque Marta y Adrián, sus amigos de siempre, eran de gran ayuda en estos momentos.

Cansada, abrió la puerta  y dejó las llaves sobre el mueble que adornaba la entrada. Era viernes por la noche y al fin podría ponerse al día, volver a la normalidad y al trabajo en su casa, en Madrid.

Se descalzó y saltó al sillón dispuesta a no moverse de ahí en las próximas horas. Mientras ojeaba el móvil. Una vista rápida de todo, Twitter, Instagram... hasta WhatsApp, donde algo la detuvo.

Era un mensaje de Ana, estaba en el piso de Roi.

Aitana pulsó el icono de llamar y decidió hablar con ella en lugar de escribir.

- Ana acabo de llegar a Madrid, estoy muy cansada - los bostezos se atropellaban en su boca con ganas de salir.

-Pues por eso mismo, seguro que no tendrás nada en la nevera y a Roi no le importa poner a cocer más arroz- insistía la canaria.

Tras rodar los ojos unas cien veces durante la conversación, Aitana se rindió y quedaron a la 14:00 para almorzar en casa de Roi.

La noche transcurrió tranquila, o al menos eso parecía desde el sofá de su casa.

Twitter, sin embargo, ardía con mensajes. Mensajes provocados por una noticia de la revista Cuore que afirmaba la vuelta de Aiteda, acompañada de una fotografía de Aitana saliendo del coche de Cepeda tras la fiesta.

Los rayos de sol que se escapaban por la ventana que Aitana anoche olvidó cerrar fueron los causantes de que despertara tan pronto, y decidió aprovechar la mañana, empezando por una ducha larga. Más tarde se vistió con unos shorts negros de deporte y una camiseta blanca. No tenía que coger muchas cosas, con las llaves y el móvil bastaría, así que decidió no llevar mochila. Eran las 13:15, aún tenía tiempo, y se montó en la encimera de la cocina mientras miraba el móvil. No le cargaba nada, había agotado sus datos y olvidó contratar internet en el piso, así que cogió el coche y condujo hasta casa de Roi sabiendo que llegaría antes de la hora acordada.

Al tocar en el timbre fue Ana la que abrió la puerta.

-Aitana puntual, esto es increíble.

-Oye no siempre era yo la que llegaba tarde- intentó hacerse la molesta, pero la sonrisa la delató.

-¡Roi sister!- Gritó mientras corría a abrazarle con mucha efusividad.

-Pequeña siéntate que al arroz le queda un poco- dijo Roi mientras señalaba una mecedora que había en mitad del salón.

-Vale pero dame la clave del WiFi por favor que se me ha olvidado contratarlo en el piso.

Roi intentó mirarla con reproche, no tiene remedio, tan grande para unas cosas y tan despistada para otras, pero terminó dándosela sin rechistar.

-¿Enserio, Roi? ¿Cris y yo los mejores? Jajajajajajaja, no me lo puedo creer, que original- Aitana se mofaba de la contraseña que permitía el acceso a internet.

Apenas duraron las risas. Todo se volvió oscuro cuando entró en Twitter. miles de comentarios hacia ella, hacia Luis, pero sobre todo hacia ella.

"Simplemente va a lo que va" "A Luis le ha costado mucho superarlo, llega ella y quiere ponerlo todo patas arriba" "Después volverá con alguno de sus ex y le dejará tirado" "A dos bandas, a tres, quien sabe, esta es la verdadera Aitana Ocaña"

Estos no eran ni la mitad de los mensajes que le llegaron, sin contar con los de sus productores, que se vieron agobiados por la mala imagen que le daba la noticia justo a las puertas de la salida de su nuevo proyecto, un single con Tini Stoessel que grabó en San Francisco.

Los ojos de Aitana se iban inundando de lágrimas  mientras el miedo se aferraba a su cuerpo. Poco a poco, la sensación de ahogo fue aumentando y cada vez le era más difícil respirar. Los pinchazos en el pecho comenzaron y el nudo en la garganta se hizo más fuerte. Aitana se dejó caer en un ataque de ansiedad sin poder evitarlo, y su llanto resonaba por toda la casa.

-¡Aitana, eh chiqui, pequeña!- la llamaba Ana mientras le abofeteaba la cara suavemente para intentar que reaccionara a sus palabras- ¡Roi, Roi, ayúdame!-gritaba desesperada por la situación en la que se encontraba su amiga.

Luis caminaba tranquilo, subiendo las escaleras de una en una, haciendo una nota mental de no emborracharse más en casa de Roi, porque después, con la resaca, volvía a su ático y siempre se olvidaba de algo. Esta vez fue la guitarra, y él sin el instrumento no era persona, así que decidió pasar por casa de su amigo a recogerla. No le hizo falta pegar al timbre, siempre tenía las llaves del piso, así que entró sin llamar. 

Las voces se oían desde el pasillo, pero jamás se hubiese imaginado esa situación.

-¡Luis, Luis, ayúdanos! No puede respirar bien, se esta ahogando- dijo Roi mientras tiraba de su amigo del brazo para que acudiera lo más rápidamente posible.

-Aitana, hey, Aitana- susurraba mientras le cogía las mejillas con las dos manos para que le miarara- Bien, bien, eso es, mírame, no dejes de mirarme.

-Luis-sollozó Aitana.

-Sí, soy yo, no te va a pasar nada, hemos salido de esta mil veces, ahora respira conmigo- Era verdad, este no era su primer ataque de ansiedad, y estaba claro que no sería el último, pero Luis sabía muy bien cómo calmarlos- Vamos pequeña, coge aire y suéltalo- repitieron este proceso hasta que sus respiraciones se compaginaron y Cepeda la cogió en brazos para llevarla al cuarto de baño después de coger una camiseta básica suya negra del cajón de Roi y agradeció no haberse llevado toda su ropa de casa de su amigo.

Dejó la puerta del baño entornada y sentó a Aitana en la tapa del váter.

-Toma, quítate tu camiseta y ponte esta- dijo ofreciéndole su básica negra porque la de ella estaba empapada de lágrimas y sudor. La camiseta le tapada todo el culo, pero ella se sentía cómoda, al fin y al cabo olía a él.

Luis le lavó la cara, le ayudó a limpiarse los mocos y una vez estuvo calmada, salieron del baño. Al llegar al dormitorio, Aitana se tumbó en la cama y él salió, no sin antes darle un beso en la cabeza, sobre el flequillo.

Ana y Roi le estaban esperando en el sofá con cara de pocos amigos, pues habían tenido tiempo suficiente para ponerse al día y las noticias no eran nada buenas.

-¿Alguien puede explicarme qué coño ha pasado?- preguntó Luis mientras se cruzaba de brazos.

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Por Última Vez-AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora