El cielo seguía encapotado y una lluvia fina comenzó a caer. Lucas decidió correr y refugiarse en un portal hasta que la situación se calmase un poco. Suspiró, se revolvió el pelo mojado y sacó el móvil de su mochila. Justo en ese momento comenzó a vibrar. Llamada entrante de Laura. Lucas descolgó con la mano temblorosa y contestó con un hilo de voz apenas percetible:
- ¿Sí?
- Lucas, cariño, ¿dónde te has metido?. Llevo diez minutos esperándote en mi casa. Más vale que te des prisa en llegar, estás agotando mi paciencia.
Laura colgó sin que él pudiera articular palabra.
Pese al tiempo adverso, Lucas salió de aquel portal y corrió calle abajo buscando los pequeños recovecos en los que el agua no llegaba a mojarle. Su cabeza pensaba las posibles alternativas que tenía en aquel momento, sin embargo, no encontró la manera de librarse de aquello, debía de ir a casa de Laura, como cada vez que ella se lo ordenaba.
Se detuvo delante de una gran puerta de cristal con elegantes adornos plateados, que reflejaba el mal aspecto que tenía: calado hasta los huesos, con el pelo alborotado y con unas ojeras de no haber dormido en mucho tiempo.
Se lo pensó por última vez y llamó un par de veces al timbre. Unos segundos después, un sonido le avisó de que la puerta estaba abierta y podía pasar. Subió las escaleras hasta el último piso y vio que la puerta estaba abierta, aunque fuera no le esperaba nadie. Lucas pasó el umbral de la puerta sin levantar la mirada y, como cada día que entraba en esa casa, un fuerte olor a perfume le produjo esa familiar sensación de repugnancia. Al fondo del pasillo, apoyada en el marco de la puerta del baño, estaba Laura, que le miraba con esa intensa mirada suya.
- Hola cielo, por fin llegas. Llevo un rato preparada.
- Lo siento - respondió Lucas - Está lloviendo y...
- ¡No me importa si está lloviendo! ¡Yo te dije que te estaría esperando, y has llegado tarde!. Espero que no sea porque estuvieras con esa zorra de Sofía... Que sea la última vez, no te conviene que estemos a malas, ¿recuerdas?.
Con la gracia de una bailarina, Laura avanzó hacia Lucas, quien se tensaba al sentirla acercase a él.
- Estás muy guapo, sobre todo cuando no me pones esa carita triste. Ven conmigo, vamos a pasarlo bien.
Sofía se mordió el labio y agarró la mano de Lucas, tiró de él y le condujo a un cuarto pintado de azul, lleno de fotografías y con una gran cama de matrimonio junto a la ventana.
"Otra vez" pensó Lucas. Ya había pasado otras veces pero él seguía sintiéndose como que fuera el primer día de aquella pesadilla. Sabía que aquello no estaba bien, sin embargo no era capaz de encontrar una solución que le devolviera su antigua vida. Sólo tenía dos alternativas: contaba la verdad a Sofía o seguía cediendo en silencio ante los chantajes de Laura.
Laura era una chica joven y atractiva, sin embargo no despertaba ningún sentimiento en Lucas. Se conocieron en el instituto y desde entonces ella se enamoró perdidamente de él y pensaba que su destino era estar juntos. Sin embargo su sueño se truncó el día en el que supo que Lucas y Sofía estaban juntos. Los celos la comían por dentro y por eso pensó que era momento de actuar: Lucas debía estar con ella y con nadie más.
Con un empujón, Laura tiró a Lucas sobre la cama. Mientras él la miraba pidiendo clemencia, ella ya se estaba quitando la ropa: primero deslizó hacia abajo esos vaqueros tan ajustados que solía llevar, que cayeron hasta sus pies desnudos, y después se desabrochó la camisa blanca que tanto la gustaba ponerse cuando estaba con Lucas.
La chica que estaba frente a él ya no era la misma de hacía unos momentos: solo vestida con su ropa interior negra de encaje, con esa mirada suya tan agresiva y posesiva. Con fiereza, se subió encima de Lucas hasta sentarse sobre la parte superior de sus piernas y agarró sus muñecas con fuerza para evitar que se moviera.
- ¿Por qué me haces esto, Laura?. Sabes que te aprecio pero lo nuestro es imposible. Me estás haciendo mucho daño con este comportamiento tuyo tan inmaduro.
- Siempre me dices lo mismo, cielo - respondió ella con voz aterciopelada - pero debes darte cuenta de que soy la mujer de tu vida.
En el momento en que decía esto, comenzó a mover su cintura acariciando cada zona prohibida de su prisionero. Bajó la cabeza y posó sus labios con delicadeza sobre el cuello de Lucas, que intentó zafarse, pero ella le apretó más fuerte contra la cama. Aquella volvía a ser una batalla perdida, así que finalmente, Lucas optó por dejarse llevar y que aquello acabara cuanto antes, así que, con un rápido movimiento lanzó a Laura contra la cama, quedando esta vez él encima y ella apretada entre el colchón y sus caderas. Lucas se quitó la camiseta y la besó desatadamente, pimero en los labios, luego bajó hasta el cuello, y más tarde se detuvo en sus pechos, dibujando su contorno perfecto con la lengua. Mientras, sus caderas se rozaban una y otra vez, como buscando prender fuego a la poca ropa que ambos tenían. Caricias y besos volaban por cada parte de sus cuerpos hasta que, cuando ambos se percataron, estaban ya completamente desnudos, a merced de la situación. El roce de la piel de él, hacía que Sofía se excitara cada vez más y más, y ella, en respuesta, se pegaba a su cuerpo notando lo duro que estaba empezando a ponerse.
- Buen chico - siseó Laura con la respiración acelerada - comenzaba a echarte de men...
La frase quedó en el aire y fue reemplazada por un gemido ahogado. Lucas la penetró salvajemente dejándola sin respiración, aunque en su mente solo estaba Sofía. Una triste lágrima comenzó a caer por su mejilla.
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La última tempestad
Подростковая литератураA veces en la vida solo tenemos que dejarnos llevar. Lucas es un joven estudiante que verá como su vida cambia de la noche a la mañana. Perderá sus ganas de vivir, pero jamás podrá imaginar lo que le depara el futuro. Muchísimas gracias a @Casilite...