1. Lágrimas

48 5 6
                                    

La luz de la luna se deslizaba entre las cortinas de la habitación, iluminando cada centímetro de oscuridad. La ventana, entreabierta, dejaba pasar el murmullo de la lluvia que caía desde hacía minutos de manera abundante. Dentro de la casa, reinaba el silencio, sin embargo, Lucas no podía conciliar el sueño. No dejaba de pensar en el largo día que dejaba atrás y en todas las sensaciones que había vivido. Eran las dos de la madrugada y mañana debía levantarse para ir a la Facultad, sin embargo, viendo que no podía dormirse, se levantó y tecleó en su ordenador: "formas rápidas de morir". Una lágrima se escapó y rodó por su rostro. No podía creer lo que estaba haciendo, pero estaba harto de tanto sufrimiento. Un ruido de pisadas en el pasillo alertó al muchacho, que apagó el ordenador de inmediato, se metió en la cama y se tapó hasta las orejas. Instantes después, su madre, con sigilo, abrió la puerta, y al ver que su hijo dormía, suspiró y volvió a cerrar sin hacer ruido. Lucas llevaba un tiempo extraño y sus padres, como era natural, estaban preocupados por él. Aproximadamente desde hacía un mes, apenas comía, se mostraba esquivo y siempre estaba encerrado en su habitación.

El cansancio poco a poco iba invadiendo su cuerpo, sin embargo, su mente funcionaba sin descanso. Alargó el brazo, cogió su móvil y sus cascos de encima de la mesilla y se los puso. Eligió, para empezar, una famosa canción de Cold Play, y se dejó llevar por la melodía hasta quedarse dormido, aunque hasta ese momento ya habían pasado muchas canciones.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Como cada mañana, el despertador sonó a las siete. Lucas se levantó más cansado que nunca, se desnudó con rapidez y se fue a dar una ducha para despejarse un poco. Pese al sonido del agua, pudo percibir que su móvil le avisaba de que tenía un nuevo mensaje. Se envolvió en su albornoz y volvió a la habitación. Ojalá aquella fuera otra de sus pesadillas, pero no, en su móvil había otro mensaje de Sofía: "Espero que te dignes a aparecer. A las ocho donde siempre". No, no y no. Aquello definitivamente no podía ser real, pero, ¿Qué alternativa tenía?.

A las ocho ya estaba enfrente de la estación. Sofía vivía justo en la calle de al lado, así que no tardaría mucho en aparecer. Con cada minuto que pasaba, Lucas estaba más y más nervioso, no podía dejar de andar de un lado para otro de la acera. 

- ¡Aquí estás! ¡Menos mal que has venido, creía que iba a tener que ir sola de nuevo!

- Hola - respondió Lucas sin levantar la mirada del suelo.

Ambos comenzaron a caminar dirección a la Facultad sin mediar palabra, hasta que Sofía decidió romper el silencio:

- Te noto raro desde hace un tiempo ya. ¿Se puede saber que te pasa?. No me contestas las llamadas y me pones excusas cada vez que te propongo algún plan. Si te gusta otra chica dímelo y dejamos de hacer el tonto porque tengo la impresión de que ya no quieres estar conmigo. 

- Como ya te he dicho varias veces, estoy bien. Ando un poco agobiado con los exámenes pero nada más-

- Creo que no me estás diciendo la verdad -  Respondió Sofía contundente - Te conozco y sé que nunca has estado así por los exámenes. No te voy a presionar más, tú mismo.

Continuaron en silencio el resto del camino. Al llegar se despidieron con un rápido beso en la mejilla y cada uno se fue a su clase, o eso creía Sofía. Cuando Lucas se aseguró de que su novia no le veía, volvió a salir del edificio temiendo lo que se le venía encima.

La última tempestadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora