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Editado... Pero igual avísenme de los errores.

Troye presumía una sonrisa resplandeciente al salir de la casa de Margareth, había logrado lo que quería, tenía a la peor de las serpientes de su lado.

Desde que se enamoro de Harry había tenido a su abuela en contra pues pensaba que su único nieto estaba dejando la oportunidad de encontrar un marido adinerado para ser el amante de un miserable con tres piojos alimentándose de él; a pesar de que estaba de acuerdo con que únicamente gustara de hombres Harry nunca fue de su agrado y no solo por qué era casado sino porque después tendría una deuda con él, algo que Troy no contemplo; sin embargo en el presente decidió dejar el asunto por la paz a pesar de las diferencias ideológicas al respecto, pero esto tampoco le eximía de sus comentarios.

De camino a casa, el rubio recordaba cómo era su vida antes de Harry, tuvo dos parejas que le dejaron poco tiempo después de haberse casado, algunos incluso antes de formalizar la relación, todos porque no podía tener hijos. Troy había sido diagnosticado estéril desde una corta edad formando parte de la población masculina que no podía tener hijos. Él nunca imaginó por qué ese tema era tan importante para los hombres, él sabía que uno de los propósitos biológicos de la vida era procrearse pero jamás imaginó que el no poder tener hijos fuera un factor que marcará su vida llena de lujos, cosas ostentosas, dinero y fiestas donde se codeaban con personas que encabezan la alta burguesía. Intentó ser él quien dejará embarazado a alguna de sus parejas pero tampoco lo lo logró. Algunas veces se sentía seco por dentro.

Cuando vio en Harry a un padre amoroso que esperaba paciente a su segundo hijo supo que quería y tendría una familia con él. Las circunstancias les obligaron a estar juntos y ahora su vida no era ni la mitad de dichosa de lo que fue antes.

Pasando por el marco de la puerta de entrada saludo a sus dos niños con un beso en la mejilla y se dispuso a cocinar, no sabía dónde se encontraba Harry y tampoco le importaba si lo más importante ya lo tenía bajo su supervisión. Luka se ofreció ayudarle en la cocina después de una pequeña riña con Darcy. Notó que sus hijos discutían muy seguido.

La hora de la comida llegó y con ella Harry, ya sentados en la mesa conversaron sobre temas triviales y la nueva inclinación de Luka por el soccer y los nuevos cursos de teatro a los que Darcy quería asistir.

—¿En cuánto me va a salir tu curso? Para extenderte el cheque— Harry estaba realmente feliz de que el mal humor de Darcy se hubiera esfumado por completo y ahora tuviera la confianza de contarle más cosas de las que le confiaba antes de la partida de Louis.

—Solo serán unos cuantos euros bimestrales, nada importante y son en efectivo, es un pequeño teatro así que supongo prefieren evitarse las transacciones bancarias y todo eso— la rubia picoteaba su ensalada con entusiasmo sin siquiera probar bocado.

—Oye cariño... ¿Que horario tendrías? para poder llevarte y discutir quien pasa por ti— Troy disfrutaba de su agua de frutas.

—Oh no, está bien encontré con quien ir y regresar— Darcy quería dar el tema por terminado pero no pudo.

—¿Quién es? ¿Le conocemos?— los golpes contra los platos seguían escuchándose y Troy casi terminaba de comer.

—Ian, su nombre es Ian, no le conocen pero vive a unas cuadras de aquí.

—Quiero conocerlo y a sus padres.

Harry y Darcy se miraron uno a otro un poco asombrados por la conducta del ojiazul mayor. A la rubia no le convenía que alguien investigara sobre Ian, se darían cuenta enseguida de que no vivía a unas cuadras y que sería casi imposible que fueran siquiera en la escuela juntos. Luka seguía comiendo fingiéndose ajeno la conversación en la mesa.

Mejor que tú [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora